Los que podáis acceder a http://quiosco.elmundo.orbyt.es/epaper/xml_epaper/El%20Mundo/09_04_2011/pla_562_Madrid/xml_arts/art_5258096.xml os lo recomiendo; sin ser brillantes las reflexiones de Richard Muller son de gran actualidad (ayer tuvimos un terremoto en Aragón.
Si destaco el artículo es por varias razones:
-El aceptable comportamiento de una instalación nuclear en zona de gran riesgo y lo que se puede aprender de los fallos producidos.
-Las energías renovables requieren todavía un buen ciclo de experimentación para que las haga rentables; las eólicas están supeditadas a tantos condicionantes que su utilización en una res a veces lo hace inviable por falta de demanda en el momento de producción.
.Estamos de acuerdo en que hay cambio climático .siempre lo ha habido. en lo que no estamos de acuerdo es en cuánto colabora el hombre.
.Al Gore y Thomas Friedman han usurpado el gran debate científico politizándolo y exagerándolo hasta límites que sólo han logrado una gran confusión o alarmismo que no es ni para hoy ni para pasado mañana.
Y me gusta la descalificación que hace de Pachauri, con su premio Nobel bajo el brazo; fue quien politizo y hasta obstruyó informes que no iban en la línea política que se había marcado.
No puede ahora venir diciendo que el 90% es verdad y un 10% no lo es; en ciencia en las pruebas de error, vale que un modelo falle una vez para que haya que revisarlo entero.
Saludos especiales a desde el exilio, Y aquí si que copio la entrevista entera:
EL MUNDO QUE VIENE
CARLOS FRESNEDA
«Fukushima sobrevivió a lo inimaginable, lo que prueba que la energía nuclear tiene futuro»
RICHARD A. MULLER
Disminuye el tamaño del texto Aumenta el tamaño del texto En Física para futuros presidentes, Richard A. Muller extendía su receta sobre el dilema energético de EEUU y del mundo en general. Allí mostraba sin ambages su fe en el renacimiento nuclear, compartida por su amigo y ex compañero de fatigas en la Universidad de Berkeley Steven Chu, actual secretario estadounidense de Energía y premio Nobel de Física 1997.
Muller no sabe si el inusitado fervor nuclear de Obama -incluso tras el accidente de Fukushima- tiene algo que ver con su libro, aunque le consta que Michelle lo ha tenido en sus manos y ha prometido ponerlo al alcance del presidente.
Ahora, desde Washington se sigue con mucho interés la última locura del reputado y polémico físico: el Proyecto de la Temperatura de la Superficie Terrestre. O sea, el estudio definitivo sobre el cambio climático, con el que pretende dar por zanjada la guerra abierta entre los negacionistas y los exageradores.
Pregunta.- Un cuarto de siglo después del accidente de Chernobil empezaba a hablarse de un renacimiento nuclear, pero muchos vaticinan que lo ocurrido en Fukushima puede abortarlo. ¿Usted qué opina?
Respuesta.- Siempre he defendido la energía nuclear y eso no va a cambiar por lo sucedido en Japón. Es más, si un día antes me hubieran preguntado si una central iba a poder resisitir un terremoto de nueve grados Richter y un tsunami con olas de 15 metros, habría dicho que no. La planta de Fukushima sobrevivió a un accidente inimaginable. Creo que es la prueba de que sigue habiendo futuro para la energía nuclear. Estoy convencido de que lo acontecido no va suponer un parón
P.- ¿Es usted partidario de seguir construyendo centrales junto al mar y en zonas de alta actividad sísmica?
R.- Sería preferible hacerlo en zonas con menos riesgos, pero Fukushima ha demostrado lo que una central es capaz de aguantar. La seguridad de las plantas atómicas ha mejorado mucho desde la construcción de este tipo de reactores hace 40 años. En este caso la central ha sobrevivido a un suceso increíble y ha causado muy pocas víctimas adicionales que se sepa. Ahora se habla de la radiactividad liberada, y también la vertida al mar, pero el océano ya tiene de por sí una radiactividad natural y posee además la capacidad para diluirla. La radiactividad despierta los miedos más primarios entre la población, pero conviene poner las cosas en su sitio y advertir a la gente de qué niveles son realmente peligrosos. La mayoría de las medidas que se han tomado son de prevención, y no ante un riesgo de muerte... Si se me ocurriera decir que Fukushima no es un gran peligro, posiblemente me tomarían por estúpido o loco. Pero la realidad es ésta: el daño causado por la central está bajo control y es mínimo comparado con el provocado por el tsunami y el terremoto.
P.- Parece que en Europa se ha vivido el accidente nuclear más de cerca que en EEUU...
R.- En Europa ha habido reacciones muy alarmistas, como ha ocurrido en Alemania, mientras que aquí Obama ha reiterado su apoyo a la energía nuclear. El secretario de Energía Steven Chu, a quien considero un buen amigo, ha salido también en su defensa. En EUU, la nuclear supone el 20% de la tarta energética y va a volver a jugar un papel importante en los próximos años con una nueva generación de reactores. Fukushima va a obligar en todo caso a revisar y mejorar en lo posible la seguridad, aunque pasada la alarma no creo que tenga un gran efecto.
P.- Wall Street no lo ve tan claro, y Obama ha tenido que destinar 36.000 millones de dólares en garantías de préstamos federales para resucitar a la moribunda industria...
R.- Una cosa son los subsidios y otra las garantías de préstamo. En España y otros países europeos, los subsidios a la energía solar los pagan los contribuyentes con sus impuestos. En el caso de la nuclear, las garantías de préstamo son necesarias porque la inversión inicial es muy grande. Construir una planta atómica cuesta mucho, pero una vez operativa, tiene pocos gastos de mantenimiento y necesita relativamente poco combustible. Al cabo de 20 años, todo son beneficios.
P.- ¿Y qué hacemos con los residuos?
R.- El problema está ahí, pero podemos resolverlo. Los residuos están más seguros en un cementerio nuclear que en las propias centrales, eso está claro. En Física para futuros presidentes me mostraba a favor del cementerio en Yucca Mountain. El furor antinuclear ha sido muy intenso contra este proyecto y ahora se están considerando otras opciones.
P.- ¿Y el riesgo de la proliferación nuclear? ¿No es la atómica la energía de los ricos?
R.- Hay que evitar a toda costa que el material nuclear acabe en manos equivocadas, pero hasta ahora se ha conseguido y creo que así puede seguir siendo. Por lo demás, India y China tienen claro que necesitan la nuclear como parte del mix energético y para satisfacer la demanda creciente de sus ciudadanos. En los países en desarrollo, los minirreactores pueden jugar pronto un papel importante.
P.- En su libro, usted le dedica comparativamente muy poco espacio al sol y al viento. ¿No cree usted en las renovables?
R.- Sí, pero a largo plazo. No me gusta hacer predicciones, pero puede que dentro de 50 años nos baste con la energía solar, cuando sea más barata que el carbón y sepamos aprovecharla. En cuanto a la eólica, tiene grandes posibilidades en determinadas zonas, pero el gran problema sigue siendo la distribución. La gran cuestión no es ya cómo generar energía limpia, sino cómo abaratarla.
P.- ¿No le preocupa que China esté ganando la partida a EEUU en tecnología solar?
R.- Al contrario. Me satisface ver que China está asumiendo el liderazgo en renovables y que pueda marcar el camino para el resto del mundo. También espero que desarrollen las baterías para los futuros coches eléctricos. En 15 años, las emisiones de CO2 por habitante en China podrían superar a las de EEUU. Todo lo que hagan por paliar ese poblema y el de la contaminación puede ser muy útil para los países en desarrollo.
P.- Puestos a actuar, usted insiste en que lo mejor que podemos hacer es apostar por la conservación y la eficiencia...
R.- Es la línea más clara y directa de actuación en el campo energético, y tambien la más rentable. Se puede ahorrar mucho dinero y generar puestos de trabajo en la puesta al día de los edificios y de las empresas para disminuir el consumo energético. Eso debería ser una prioridad absoluta porque todos saldríamos ganando.
P.- Y díganos, ¿usted cree o no cree en el calentamiento global?
R.- El calentamiento global es real, y es muy probable que los humanos sean responsables de al menos una parte del aumento de las temperaturas en los últimos 50 años. Dicho esto, no estoy completamente convencido de que la cuestión sea tan urgente y apremiante. Esa es una de las razones por las que decidí crear el Proyecto de la Temperatura de la Superficie Terrestre en Berkeley. Vamos a intentar calibrar cuál es la contribución humana y cuáles son los riesgos reales.
P.- ¿Quién necesita a estas alturas un nuevo estudio sobre el cambio climático?
R.- Lo que hace falta es volver a poner la ciencia sobre la mesa. El debate ha sido usurpado durante años por los que yo llamo exageradores (Al Gore y Thomas Friedman, entre otros) y, en el otro extremo, por los negacionistas. La información que ha trascendido estaba muy distorsionada, y el resultado ha sido la confusión no sólo en la opinión pública sino también entre los políticos.
P.- Pero no negará que hay políticos que no se dejarán convencer, sean cuales sean los resultados...
R.- Es como la gran cuestión de quién mató a los dinosaurios. Como decía mi mentor y maestro Luis Álvarez, hay gente convencible y otra a la que nunca se podrá persuadir. Entre los políticos, los convencibles son los que realmente tienen la capacidad de ser líderes. Con llegar a esos, me doy por satisfecho.
P.- En su reciente comparecencia en el Congreso de EEUU, con el 2% de los datos de su estudio analizados, concluye que los resultados no son muy distintos a los del Panel Intergubernamental de la ONU o los de la NASA...
R.- Los resultados son incompletos y no se pueden sacar aún conclusiones. Pero es cierto que los datos muestran una tendencia de subidas y bajadas en ciclos globales y muy en la línea de los análisis anteriores al nuestro (el IPCC estimó un aumento de 0,5 grados en los últimos 50 años). Estoy seguro de que ha existido un calentamiento global, pero la pregunta que sigue en el aire es cuánto ha contribuido la acción del hombre. Nuestro objetivo es lograr una medición mejor de las temperaturas para poder concluir si el exceso humano es mayor o menor al que creíamos, y poder actuar en consecuencia.
P.- ¿Qué tiene su estudio que no hayan tenido los otros hasta la fecha?
R.- En primer lugar, el número de estaciones de medición: más de 39.000. Y luego, el total de 1.600 millones de datos sobre la evolución de las temperaturas en la superficie terrestre. El equipo está compuesto por 11 científicos, y es vital la labor del físico Robert Rohde, cuya interpretación matemática de los datos es una gran aportación a la ciencia del clima. Somos independientes y no tenemos agenda política. Queremos ser también trasparentes y nuestros resultados están abiertos a posteriores críticas.
P.- ¿Cómo se defiende de quienes le asocian con los escépticos del clima?
R.- Una dosis de escepticismo es siempre sana en ciencia. Yo me considero justo en el término medio del debate.
P.- ¿Y qué me dice de la financiación que han recibido de los hermanos Charles y David Koch, magnates del petróleo y alineados desde hace tiempo con los negacionistas?
R.- La aportación no la hacen directamente ellos, sino la Koch Charitable Foundation, que también apoya proyectos de National Geographic o Discovery Channel. Hemos recibido en cualquier caso donaciones de gente muy vinculada con movimientos progresistas en la bahía de San Francisco. Creo que la diversidad de donantes, incluido el Gobierno de EEUU, es una garantía de indepedencia. En ningún caso aportar dinero supone tener la capacidad de poder influir en los resultados.
P.- ¿Y si Al Gore hubiera decidido poner dinero en su estudio?
R.- Lo hubiera aceptado encantado si se comprometiera a aceptar los resultados... Mi opinión sobre él está reflejada en mi libro. Su labor sirvió para alertar al público sobre los riesgos del calentamiento global, pero Una verdad incómoda está llena de exageraciones y distorsiones y tiene mucho de propaganda.
P.- También ha criticado duramente la labor de Rajendra Pachauri ¿Qué tiene que hacer el Panel de la ONU para recuperar credibilidad?
R.- Pachauri debería haber dimitido hace tiempo. Sé que es una decisión difícil de tomar, y más con un Nobel bajo el brazo, pero tiene que asumir las consecuencias de haber politizado la labor del IPCC, cuando su función debería haber sido velar por la intregridad científica. No puede decirnos ahora que el 90% de su labor es válida, cuando en el 10% había exageraciones como la predicción de que en relativamente poco tiempo desaparecerían los glaciares en el Himalaya.
P.- ¿Cree que su proyecto puede dar por zanjada la guerra del clima? ¿No es acaso demasiado tarde?
R.- Si al final conseguimos crear un consenso científico, y no uno basado en posiciones ideológicas o políticas, ya será un avance. Merece la pena intentarlo.