Españoles: Franco ha muerto
Esta fue la fórmula por la que, con encomiable economía de medios y palabras, Carlos Arias Navarro comunicó a los españoles el fallecimiento del Jefe del Estado.
Hoy, 33 años después, Garzón ha necesitado 152 folios de auto para llegar a la misma conclusión, y declarar extinguida así su posible responsabilidad penal. Aprovecha el resto de páginas para darse autobombo y para solventar con la fiscalía sus rencillas personales, en un rifirrafe que a los que vivimos del derecho nos produce vergüenza ajena y que ha debido dejar la escalera de acceso a la Audiencia Nacional sembrada de plumas de pavo real.
Eso sí, que abandone cualquier esperanza quien considere que aquí acaba la historia: al contrario, el objetivo está conseguido, lo cual hace pensar que probablemente era premeditado y hemos caído todos de cuatro patas en la maniobra. Cual bomba de racimo jurídica, el auto de Garzón dispersa entre todos los juzgados penales de España la resolución de las cuestiones que planteen, en cada lugar, los familiares o las asociaciones que aleguen un interés que pueda considerarse legítimo. Con lo cual el supersumario que ha reventado como una pompa de jabón, se dividirá en multitud de sumarios locales que, en función del juez que encuentren, tendrán un resultado u otro. Ello a su vez producirá un aluvión de recursos que, indefectiblemente, irán a parar tarde o temprano al Supremo o a los TSJ, de modo que el pronunciamiento de las altas instancias judiciales del Estado sobre el franquismo (la famosa Causa General que con desparpajo niega Garzón) acabará siendo inevitable. Cada región, cada provincia donde surja un familiar, espontáneo o inducido, de un asesinado en la Guerra Civil, tendrá su propia batalla, con la atención de los medios de información más próximos, y así el eco se multiplicará hasta el infinito. También los costes, económicos y en medios humanos.
Pero tanto da: Garzón ha quedado como el campeón de las causas nobles, el fiscal ha salvado la cara oponiéndose a la acción, Zapatero ha quedado al margen como respetuoso observador, y ahora ya serán los procedimientos en los juzgados de instrucción los que mantengan viva, por años, la llamita del rencor, del enfrentamiento y, por supuesto, ya que se eso se trataba, de la estigmatización de la derecha.
Son más listos de lo que parecen, no lo dudéis.
Antonio
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