Talking about the revolution...

sounds like a whisper… (Tracy Chapman)

Como un susurro, tan suave que apenas se oye. Así suena el pensamiento del Presidente Zapatero. Así suena su discurso. Hablando de revoluciones sociales y de derechos. Sin embargo, al final solo queda un susurro vacuo de ideas inútiles. Sus palabras son fuegos artificiales, espléndidos, rápidos que se queman en la noche oscura. Después la nada.

Mientras la crisis económica avanza y el gobierno español muestra su peor cara a la hora de gestionar y resolver una huelga importante. Las palabras bonitas no sirven para negociar con los sindicatos. La revolución de Zapatero se disuelve como un azucarillo dejando susurros estériles. Sin embargo no hay cambio de actitud. No puede haberlo. Solo ministras iluminadas que pretenden reformar diccionarios, destrozando la gramática y el sentido común. Fuegos artificiales de nuevo.

JLR Zapatero ha embaucado a millones de españoles con su retórica y su imagen pero incluso un premio Nobel ha sido seducido por los susurros de JLRZ. Las declaraciones de Stiglitz alabando a Zapatero como líder de la socialdemocracia mundial son difíciles de interpretar. Uno no sabe si puede ser enajenación mental transitoria, un mareo, una alucinación o un convencimiento real. Recomiendo ver el comentario de GEES al respecto. El pobre conocimiento de la realidad española por parte de Stiglitz es más que evidente. Aún así sus declaraciones son como las de JLRZ e incluso parecen convincentes.

Pero la realidad es testaruda. Lo que vemos en esta segunda legislatura es resultado de la ineficacia del gobierno socialista durante la primera legislatura. Pocos meses han pasado pero la mala gestión de JLRZ se acumula. No olvidemos el pago del rescate a los piratas entre otros muchos asuntos. Mucho me temo que nada cambiará. No hay razón para ello. Mientras gente como Stiglitz sea capaz de jugar a ser irresponsable con el bolsillo de los españoles JLRZ seguirá disfrutando de esos pequeños balones de oxígeno y nos hablará de revoluciones sociales y derechos universales que mueren a los pies de un piquete “informativo”, como un susurro triste y desgarrado.


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