jueves, febrero 28, 2008

Desde mi trinchera liberal: Escepticismo en Colonial


Parece que la oferta del fondo de inversión de Dubai ICD para hacerse con Colonial tiene más trampas que una película de chinos, y ha sembrado más dudas que certezas. Para un barco que está naufragando cualquier viento le es adverso, es cierto, pero esta historia tiene un sospechoso aire de paripé concertado que puede acabar con Colonial troceada.

Primero está el precio. ICD ofrece 1,85 euros por acción de Colonial en efectivo o 2,25 euros en bonos sin intereses. No es el mejor de los mundos posibles. El metálico se queda corto y el bono se fía largo, ya está dicho. Pero es mucho más que eso. El precio final lo determinará ICD en función a una exhaustiva valoración de activos. Es decir, que habrá rebaja si así lo deciden. Vamos a ver, señores de Dubai: ¿No pidieron ustedes una prolongación del plazo de presentación de la oferta sobre Colonial porque querían realizar una auditoría y valorar adecuadamente los activos de Colonial? ¿En qué ha quedado esta due dilligence, si aún no son capaces de valorar el NAV de Colonial? Más parece una forma de meter presión a los vendedores, y colocarles ante una ruleta rusa. En otras palabras, una forma de desmotivarles.

Forma de pago. En metálico y con cromos. Hasta aquí todo correcto. Pero ustedes supeditan a que un 50% de la oferta se pague en papelitos. Y aquí viene el matiz importante, porque, de hecho, están ustedes obligando a los principales accionistas de Colonial, que son los que pueden reunir ese 50% de acciones, a aceptar una liquidación en bonos, que a su vez, tendrán que traspasar a sus acreedores. Han debido pensar ustedes que si Lehman se quedó en pago los naranjales de Llanera, ¿por qué no iban a aceptar los bancos acreedores de Colonial estos bonos? Difícil lo están poniendo los del turbante.

Aceptación de la oferta. Nuevo cambio en las reglas del juego. Nozaleda y Portillo habían acudido a esta negociación con los ojos vendados y las manos atadas, como explicamos ayer. Se comprometieron a aceptar una oferta ciega, que todavía no tenía ni forma ni contenido. A fuerza ahorcan. Ahora, no, ahora han cambiado las reglas, y dan ustedes un plazo de 48 horas a Portillo y Nozaleda para aceptar la oferta. Les están concediendo el último pitillo ante el pelotón.

Y con las manos atadas, porque la última palabra ni siquiera la tienen ellos, los máximos accionistas de la empresa. Colonial ahora está en manos de sus acreedores, y aquí es donde viene la hipótesis del farol. Si la oferta se desestima, ustedes ya estarán en el campo cuando los de Goldman empiecen a repartir juego. Llámese juego a los activos de calidad que tiene Colonial y que son los que realmente les interesan a ustedes. ¿Qué ocurrirá si Goldman no les pasa el balón?

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