lunes, diciembre 17, 2007

¡Joder con el conejo!


Por Jesús Salamanca




Vamos a ver, Rodríguez. A mi no me gusta el conejo. Al menos no me gusta el conejo de comer, porque dudo que el presidente ofrezca del otro, el del regocijo. Sí, ese que ayuda a sanear el ocio y fomenta las relaciones sociales útiles y señoriales.

¡Vaya soluciones aporta el Gobierno de este ‘desmantelaperras’! Donde esté el ínclito Rodrigo Rato se habrá partido los ejes a fuerza de reírse. ¿Estamos ante una payasada gubernamental o ante una propuesta real? ¿Es todo lo lejos que puede llegar el rigor y la seriedad del Gobierno Rodríguez? Si usted no puede comprar sardinas, salchichas, capones, gallinas, ternera o rodaballo, no se preocupe, compre aquello que esté a su alcance. Compre conejo. ¡Joder con el conejo! A mi no me gusta el conejo.

Hay funcionarios, como el que ha anunciado la solución conejada, que más que funcionarios son funcioneros. Forman la pléyade de Pepiños ‘atropellacarros’, descentrados y acomplejados que tienen soluciones para todo; aunque sean unas soluciones mediocres, vulgares, nefastas o patéticas. El pobre funcionero del Gobierno Rodríguez no se ha enterado de que por ahí no van los tiros. Los planteamientos del Banco Central Europeo son claros: los precios se van a mantener al alza, las hipotecas seguirán subiendo hasta septiembre y la inflación puede ser galopante a partir de febrero. Pero, claro, un funcionero del Gobierno Rodríguez debe tener soluciones para esas cosas. No se preocupen y coman conejo. “Esta Navidad, coma conejo”. ¡Joder con el conejo! A mi no me gusta el conejo.

En mi tierra, la mayoría de los conejos tienen mixomatosis. Y si eso les parece poco, existe un alto riesgo de tularemia. Un riesgo muy extendido, gracias a la nefasta y patética gestión estival de doña Silvia Clemente Municio, consejera de Agricultura de León y Castilla; consejera del topillo leonés y castellano; verdadero quebradero de cabeza de ‘Juanvi’ Herrera, además de arreadora y abanderada de la envidia hacia la joya de la corona castellana: Rosa Valdeón Santiago, hoy ‘exiliada’ en la alcaldía de Zamora.

Pero volvamos a los conejos de Rodríguez. Con tantos asesores, alguno tenía que tener ideas brillantes. El conejo es la solución. ¡Brillantes mentecatos asesoriles! Así está nuestra Agricultura: cada vez menos jóvenes trabajan el campo; insulsas ministras, ministros, consejeros y consejeras desfiguran el agro; Europa no sabe lo que hay por debajo de sus narices; la cuota láctea se les ha ido de las manos; la remolacha llevará más paro a Castilla, Andalucía, León, Aragón y Rioja, entre otros. Eso sí, no hay que preocuparse, para eso está el MAPA y la ministra que lo ha descoordinado, desparramado y descojonado: Elena Espinosa.

Vuelvo a repetir que a mi no me gusta el conejo. ¡Joder con el conejo! No me gusta el de monte, tampoco el de corral, mucho menos el de criadero. Y si me apuran, menos aún me gustaría el de Espinosa; me refiero al conejo de Espinosa de los Monteros, del que dicen que es exquisito. ¡Pues menuda sosedad acompaña a la señora ministra! ¡Cualquiera está en disposición de quitarle la gorra! Esas no son maneras de decir al ciudadano que la cesta de la compra se le ha venido abajo y que en Navidad las pasará más puñeteras que en vendimia. ¡Qué asesores, cielo! ¡Qué no me gusta el conejo!

No son solo los asesores. ¿Y Solbes? Pues, otro que tal baila. Solo le falta decir que será el último año de las pagas extraordinarias para los trabajadores y pensionistas: la de Navidad, porque no tiene sentido en un país aconfesional, y la del 18 de julio, porque tiene reminiscencias franquistas; pero, tranquilos, que eso no lo anunciará hasta después de las elecciones de marzo, si gana Rodríguez.

Acabo de llegar de la compra y he visto el conejo. Menos mal que a mi media naranja no le suele dar por comprar esa cosa con orejas tan grandes en vida y sin orejas en la exposición. Allí estaba el conejo, tierno, rosado y estirado. Pero, no. Lo ha dicho un funcionero de Rodríguez y eso nos ha hecho sospechar a ambos. Si Rodríguez ha autorizado a decir lo del conejo es porque en su tierra abunda en la zona rural. A poco que te descuides, te meten el conejo en el coche, sin avisar, los familiares y amigos. Esos son conejos, pero regalados con cariño. Y si no lo ha autorizado Rodríguez, pues estamos como siempre, descoordinados como en las reuniones con ETA y Batasuna.

Lo que nadie entiende es lo del funcionero zapateril. De la misma forma que el Gobierno ha hecho el ‘ridi’, como en su día lo hizo la malagueña, Celia Villalobos, con el espinazo y las vacas locas, también quiero dejar constancia, por última vez, de que a mi no me gusta el conejo. ¡Joder con el conejo!

Jesús Salamanca Alonso

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