Reflexiones de una madre al ministro de Justicia
Por Reme Falaguera
Distinguido señor:
Sigo consternada por sus declaraciones de esta semana en el caso de la puesta en libertad del “violador del Vall d´Hebrón”: “Cuando en un sistema democrático alguien cumple la pena que le impuso un tribunal lo que tiene que hacer es salir…existe un debate sobre qué debe de hacer la Justicia con determinados delincuentes cuando hay una "presunción, miedo o sospecha" de que puedan volver a delinquir pero pido "no actuar a golpe de emociones".
Entiendo que estas frívolas palabras solo pueden salir de boca de un hombre al que le importa un carajo la estabilidad física-emocional- afectiva de las mujeres.
Soy madre de dos niñas preciosas y con una vida por vivir llena de proyectos e ilusiones. ¿Cómo no voy a actuar a golpe de emociones cuando imagino a mi hija mancillada a la fuerza por uno de estos monstruos y me desgarra el corazón?
SÓlo pensar en que uno de estas personas puede posar su mirada lujuriosa y enferma en una de mis hijas mis emociones se disparan.
Sr. Bermejo, siempre he creído que la instituciones penitenciarias “tienen como fin primordial la reeducación y la reinserción social de los sentenciados a penas y medidas penales privativas de libertad” y poder así integrarse nuevamente a la sociedad sin poner en peligro el bien común de los ciudadanos, como afirma la Ley Orgánica general Penitenciaria en su artículo preliminar
¿Debe, este preso en concreto, salir de la cárcel a pesar de que los psicólogos que le han tratado alertan de que corre un alto riesgo de reincidencia futura?
¿Hasta qué punto el cumplimiento de la legalidad merece que siga destrozando la vida de decenas de niñas – una de ellas puede ser mi hija- que tras una violación ya nada en la vida será igual para ellas?
Sr. Bermejo, como mujer y madre solo puedo mostrar mi repugnancia hacia la incoherencia judicial que hace de las mujeres “carne de cañón” de estos desaprensivos. Y como ciudadana que anhela un Estado de derecho en el que prime el respeto, la seguridad y el bien común, ¿le parece que sus palabras tienen fuerza moral para que los ciudadanos cumplamos sus ridículas leyes?
Mucho me temo, estoy segura de ello, que no será la última vez que veamos casos como este. Lamentablemente la justicia española nos tiene acostumbrados a doblegarse ante el fuerte y burlarse de los débiles. Por lo tanto, no creo que se extrañe, que viendo el canallesco panorama judicial que nos presenta este gobierno, a más de una madre se le pueda ocurrir- en contra de sus deberes cívicos y morales- tomarse la justicia por su mano.
No nos coloque a los ciudadanos en esta amarga disyuntiva. Recuerde aquellas palabras de Shakespeare:"El poder temporal se aproxima todo lo que puede al poder divino cuando la clemencia frena la justicia"
Sin otro particular
Sigo consternada por sus declaraciones de esta semana en el caso de la puesta en libertad del “violador del Vall d´Hebrón”: “Cuando en un sistema democrático alguien cumple la pena que le impuso un tribunal lo que tiene que hacer es salir…existe un debate sobre qué debe de hacer la Justicia con determinados delincuentes cuando hay una "presunción, miedo o sospecha" de que puedan volver a delinquir pero pido "no actuar a golpe de emociones".
Entiendo que estas frívolas palabras solo pueden salir de boca de un hombre al que le importa un carajo la estabilidad física-emocional- afectiva de las mujeres.
Soy madre de dos niñas preciosas y con una vida por vivir llena de proyectos e ilusiones. ¿Cómo no voy a actuar a golpe de emociones cuando imagino a mi hija mancillada a la fuerza por uno de estos monstruos y me desgarra el corazón?
SÓlo pensar en que uno de estas personas puede posar su mirada lujuriosa y enferma en una de mis hijas mis emociones se disparan.
Sr. Bermejo, siempre he creído que la instituciones penitenciarias “tienen como fin primordial la reeducación y la reinserción social de los sentenciados a penas y medidas penales privativas de libertad” y poder así integrarse nuevamente a la sociedad sin poner en peligro el bien común de los ciudadanos, como afirma la Ley Orgánica general Penitenciaria en su artículo preliminar
¿Debe, este preso en concreto, salir de la cárcel a pesar de que los psicólogos que le han tratado alertan de que corre un alto riesgo de reincidencia futura?
¿Hasta qué punto el cumplimiento de la legalidad merece que siga destrozando la vida de decenas de niñas – una de ellas puede ser mi hija- que tras una violación ya nada en la vida será igual para ellas?
Sr. Bermejo, como mujer y madre solo puedo mostrar mi repugnancia hacia la incoherencia judicial que hace de las mujeres “carne de cañón” de estos desaprensivos. Y como ciudadana que anhela un Estado de derecho en el que prime el respeto, la seguridad y el bien común, ¿le parece que sus palabras tienen fuerza moral para que los ciudadanos cumplamos sus ridículas leyes?
Mucho me temo, estoy segura de ello, que no será la última vez que veamos casos como este. Lamentablemente la justicia española nos tiene acostumbrados a doblegarse ante el fuerte y burlarse de los débiles. Por lo tanto, no creo que se extrañe, que viendo el canallesco panorama judicial que nos presenta este gobierno, a más de una madre se le pueda ocurrir- en contra de sus deberes cívicos y morales- tomarse la justicia por su mano.
No nos coloque a los ciudadanos en esta amarga disyuntiva. Recuerde aquellas palabras de Shakespeare:"El poder temporal se aproxima todo lo que puede al poder divino cuando la clemencia frena la justicia"
Sin otro particular
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