Desde mi trinchera liberal: Iberdrola está caliente
La irrupción hace unos meses del millonario belga Albert Frere en el accionariado de Iberdrola situó de lleno a la empresa española en el tablero de la especulación. Las operaciones de Frere suelen ser la antesala de un gran movimiento corporativo
Frere es un depredador ágil, astuto y de tiro certero, que hace de las finanzas un baile de activos. A su silbido, una nómina de inversores han entrado también en Iberdrola. Abelló, por ejemplo, uno de ellos. Koplowitz, Sánchez Ramade o Nicolás Osuna han pujado también por su ración de pastel codiciado. Frente a ellos, Cajas de ahorro igualmente han aumentado su participación en Iberdrola. Pero el carácter de su inversión es eminentemente estabilizador, de formación de núcleo duro, de blindaje. Otra forma de especulación en definitiva. Iberdrola no es ajena, desde luego, a estos movimientos. Algunos son de su agrado y otros los ve una amenaza. Su defensa es el ataque. Se defiende comprando empresas. Gana tamaño, por lo que resulta más difícil de tragar y se endeuda, con lo que su atractivo resta. En el fondo busca hacerse menos tentadora. Una pieza menos valiosa.
No utilizo la palabra especulador con carácter peyorativo. La bolsa es un gran zoco de regates, ironías, tráfico de información, filtros adecuados y cuatro ó cinco mandamientos de obligado cumplimiento. Matemáticamente, la bolsa es simplemente calcular la probabilidad en un escenario de caos. La holografía como patrón. Tiene mucho más que ver con la topografía, o con los diagramas que con las ecuaciones. Pero no es exacta. Es humana, psicológica y emocional. Y ni el análisis técnico, ni el fundamental, pueden ponderar ahí.
Saber dónde se represa el volumen negociado, en qué nivel, cuándo, por quién y por qué, es desentrañar la esencia de la bolsa. Fijarse por dónde se mueve el gran inversor es de gran utilidad. Lo demás es entretenimiento de color salmón. La bolsa es un juego excluyente: para que uno gane, otro debe perder. Lo de menos es participar.
Frere es un depredador ágil, astuto y de tiro certero, que hace de las finanzas un baile de activos. A su silbido, una nómina de inversores han entrado también en Iberdrola. Abelló, por ejemplo, uno de ellos. Koplowitz, Sánchez Ramade o Nicolás Osuna han pujado también por su ración de pastel codiciado. Frente a ellos, Cajas de ahorro igualmente han aumentado su participación en Iberdrola. Pero el carácter de su inversión es eminentemente estabilizador, de formación de núcleo duro, de blindaje. Otra forma de especulación en definitiva. Iberdrola no es ajena, desde luego, a estos movimientos. Algunos son de su agrado y otros los ve una amenaza. Su defensa es el ataque. Se defiende comprando empresas. Gana tamaño, por lo que resulta más difícil de tragar y se endeuda, con lo que su atractivo resta. En el fondo busca hacerse menos tentadora. Una pieza menos valiosa.
No utilizo la palabra especulador con carácter peyorativo. La bolsa es un gran zoco de regates, ironías, tráfico de información, filtros adecuados y cuatro ó cinco mandamientos de obligado cumplimiento. Matemáticamente, la bolsa es simplemente calcular la probabilidad en un escenario de caos. La holografía como patrón. Tiene mucho más que ver con la topografía, o con los diagramas que con las ecuaciones. Pero no es exacta. Es humana, psicológica y emocional. Y ni el análisis técnico, ni el fundamental, pueden ponderar ahí.
Saber dónde se represa el volumen negociado, en qué nivel, cuándo, por quién y por qué, es desentrañar la esencia de la bolsa. Fijarse por dónde se mueve el gran inversor es de gran utilidad. Lo demás es entretenimiento de color salmón. La bolsa es un juego excluyente: para que uno gane, otro debe perder. Lo de menos es participar.
Más información sobre este tema en el Aragón Liberal: http://www.aragonliberal.com/20070601-desde-mi-trinchera-liberal---que-pasara-con-iberdrola-.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario