Tres treguas nada gratuitas
Por Jaime Mayor Oreja
Miguel Ángel Blanco, ni ha sido, ni es, ni será nunca un nombre más. Constituye el nombre propio de un espíritu, el Espíritu de Ermua, la mejor expresión de España en nuestra generación. Hoy, España vive una ofensiva nacionalista sin precedentes, después de que en Ermua, hace diez años, los movimientos nacionalistas tuvieran por vez primera en su historia «pánico» a perder el poder, a perder la iniciativa y a convertirse en un fenómeno episódico dentro de la historia de España.
Se cumple ahora una década, efectivamente, de ofensiva nacionalista en la que ETA se coloca en la vanguardia de la misma gracias a la consecución de las tres treguas- trampa, a través de las tres negociaciones políticas en las que PNV primero, ERC después y Rodríguez Zapatero finalmente, acuerdan y negocian con ETA.
Una década, con tres treguas, que nunca han sido ni son gratuitas para la democracia española, porque bajo el disfraz de proceso de paz, esas treguas siempre significan, utilizando un término empresarial, Uniones Temporales de proyectos, de Empresas (UTE). Ese es el precio político de partida: que el proyecto de ETA converge con el de otro actor político y forma UTE con él.
Que nadie se llame a engaño: las treguas con negociación, además de significar un cese temporal de acciones terroristas de ETA, significan acuerdos políticos, significan uniones temporales de proyectos y de empresas. Significan pagar el primer precio político que es converger con ETA en una determinada estrategia.
En la primera negociación, en la primera UTE que se escenificó parcialmente en Estella en el año 1998, lo más destacable fue que el PNV asumió formal y solemnemente, en sus órganos de gobierno, el derecho de autodeterminación como un objetivo y un proyecto político. En la segunda tregua, la unión temporal de empresas se realizó entre ETA y ERC, fue escenificada en Perpiñán en el 2003, y ETA marcó un hecho diferencial en su trayectoria saltando por vez primera a un territorio distinto del País Vasco y alcanzando un compromiso de ruptura en estas uniones temporales: un cese temporal de asesinatos en Cataluña que, por cierto, constituye el único que todavía no ha roto formalmente.
Por último llega la tercera tregua negociada, la tercera UTE, una Unión Temporal de Proyectos, ni más ni menos, que entre el proyecto de ETA y el proyecto del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Estamos ante una unión temporal a través de la cual el proyecto de Zapatero de una España progre, sin valores, caracterizada por «todos contra el PP», una España irreconocible, necesita como complemento, como contrapartida y como culminación a una ETA legalizada y parcialmente legitimada en el nuevo escenario político español. Lo que sucede es que a diferencia
de las dos primeras uniones temporales de proyectos y de empresas, en las que el acuerdo político con PNV y ERC, era muy fácil; en esta tercera, pese al voluntarismo de Rodríguez Zapatero, todo es mucho más difícil. Porque una UTE, entre el Gobierno de España y un grupo terrorista es ya otra cosa bien distinta y está condenada al fracaso; porque es contra natura, porque es profundamente inmoral, porque un Gobierno sólo está para erradicar el miedo y el terror, no para aliarse con él, ni siquiera temporalmente.
Esto sencillamente no le puede salir bien a Zapatero porque España es una gran Nación. Cuestión distinta es el daño, el coste, el lastre que la estrategia «genialoide» de Zapatero le pueda causar a nuestro país. Por todo ello, la alternativa, hoy más que nunca se debe fundamentar y articular sobre la convicción de que España es una gran Nación y que tendrá siempre en el nombre de Miguel Ángel Blanco uno de sus principales símbolos.
Jaime Mayor Oreja
Portavoz del Partido Popular en el Parlamento Europeo
La Razón, domingo 08 de julio de 2007
Se cumple ahora una década, efectivamente, de ofensiva nacionalista en la que ETA se coloca en la vanguardia de la misma gracias a la consecución de las tres treguas- trampa, a través de las tres negociaciones políticas en las que PNV primero, ERC después y Rodríguez Zapatero finalmente, acuerdan y negocian con ETA.
Una década, con tres treguas, que nunca han sido ni son gratuitas para la democracia española, porque bajo el disfraz de proceso de paz, esas treguas siempre significan, utilizando un término empresarial, Uniones Temporales de proyectos, de Empresas (UTE). Ese es el precio político de partida: que el proyecto de ETA converge con el de otro actor político y forma UTE con él.
Que nadie se llame a engaño: las treguas con negociación, además de significar un cese temporal de acciones terroristas de ETA, significan acuerdos políticos, significan uniones temporales de proyectos y de empresas. Significan pagar el primer precio político que es converger con ETA en una determinada estrategia.
En la primera negociación, en la primera UTE que se escenificó parcialmente en Estella en el año 1998, lo más destacable fue que el PNV asumió formal y solemnemente, en sus órganos de gobierno, el derecho de autodeterminación como un objetivo y un proyecto político. En la segunda tregua, la unión temporal de empresas se realizó entre ETA y ERC, fue escenificada en Perpiñán en el 2003, y ETA marcó un hecho diferencial en su trayectoria saltando por vez primera a un territorio distinto del País Vasco y alcanzando un compromiso de ruptura en estas uniones temporales: un cese temporal de asesinatos en Cataluña que, por cierto, constituye el único que todavía no ha roto formalmente.
Por último llega la tercera tregua negociada, la tercera UTE, una Unión Temporal de Proyectos, ni más ni menos, que entre el proyecto de ETA y el proyecto del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Estamos ante una unión temporal a través de la cual el proyecto de Zapatero de una España progre, sin valores, caracterizada por «todos contra el PP», una España irreconocible, necesita como complemento, como contrapartida y como culminación a una ETA legalizada y parcialmente legitimada en el nuevo escenario político español. Lo que sucede es que a diferencia
de las dos primeras uniones temporales de proyectos y de empresas, en las que el acuerdo político con PNV y ERC, era muy fácil; en esta tercera, pese al voluntarismo de Rodríguez Zapatero, todo es mucho más difícil. Porque una UTE, entre el Gobierno de España y un grupo terrorista es ya otra cosa bien distinta y está condenada al fracaso; porque es contra natura, porque es profundamente inmoral, porque un Gobierno sólo está para erradicar el miedo y el terror, no para aliarse con él, ni siquiera temporalmente.
Esto sencillamente no le puede salir bien a Zapatero porque España es una gran Nación. Cuestión distinta es el daño, el coste, el lastre que la estrategia «genialoide» de Zapatero le pueda causar a nuestro país. Por todo ello, la alternativa, hoy más que nunca se debe fundamentar y articular sobre la convicción de que España es una gran Nación y que tendrá siempre en el nombre de Miguel Ángel Blanco uno de sus principales símbolos.
Jaime Mayor Oreja
Portavoz del Partido Popular en el Parlamento Europeo
La Razón, domingo 08 de julio de 2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario