¡Que se dopen, que se dopen!
Por Antonio Jaumandreu
Yo me dejaría de tonterías: es evidente que ningún ser humano puede, en condiciones normales, echarse al coleto etapas de 400 kilómetros pedaleando a pleno sol, y ascensiones criminales con un 10 % de desnivel.
Por lo tanto, dejemos que se dopen a gusto. Que se chuten lo que quieran, y a ver quién lo hace mejor. Incluso podrían instaurarse unos trofeos diferentes, patrocinados por supuesto por laboratorios farmacéuticos: meta volante al mejor chute combinado, o maillot verde sanitario al mejor cóctel de anabolizantes, o trofeo especial al mayor colocón en escapada, o el maillot rouge a la mejor succión de sangre ajena. Qué más da. De verdad, que se tomen lo que quieran, y asistamos de una vez sin engañarnos a una auténtica carrera de botiquines ambulantes, a un concurso de doctores Frankenstein a pedales. El espectáculo estará garantizado. Aunque corran enchufados a un gotero que cuelgue del coche de equipo.
A fin de cuentas, ¿en cuántas profesiones no encontramos cada día a competidores chutados con cualquier tipo de sustancia? No deberían ser menos los ciclistas que los artistas, los abogados, los diseñadores, los brokers o los altos ejecutivos, ¿no les parece? Y sin embargo, los componentes de la “serpiente multicolor” van a la cárcel y son expulsados por ello. ¿Se imaginan controles antidoping en nuestros despachos o empresas?
Antonio Jaumandreu
Los árboles y el bosque
Por lo tanto, dejemos que se dopen a gusto. Que se chuten lo que quieran, y a ver quién lo hace mejor. Incluso podrían instaurarse unos trofeos diferentes, patrocinados por supuesto por laboratorios farmacéuticos: meta volante al mejor chute combinado, o maillot verde sanitario al mejor cóctel de anabolizantes, o trofeo especial al mayor colocón en escapada, o el maillot rouge a la mejor succión de sangre ajena. Qué más da. De verdad, que se tomen lo que quieran, y asistamos de una vez sin engañarnos a una auténtica carrera de botiquines ambulantes, a un concurso de doctores Frankenstein a pedales. El espectáculo estará garantizado. Aunque corran enchufados a un gotero que cuelgue del coche de equipo.
A fin de cuentas, ¿en cuántas profesiones no encontramos cada día a competidores chutados con cualquier tipo de sustancia? No deberían ser menos los ciclistas que los artistas, los abogados, los diseñadores, los brokers o los altos ejecutivos, ¿no les parece? Y sin embargo, los componentes de la “serpiente multicolor” van a la cárcel y son expulsados por ello. ¿Se imaginan controles antidoping en nuestros despachos o empresas?
Antonio Jaumandreu
Los árboles y el bosque
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