La fortaleza del "Espíritu de Ermua" (por Mikel Buesa)
[…] Por eso, no le dijimos al presidente Aznar que cediera al ultimátum etarra acercando a los presos a Euskadi, sino que le exigimos que se mantuviera firme; y reclamamos que Miguel Ángel volviera sano y salvo con nosotros. Miguel Ángel Blanco fue abatido a las cuatro de la tarde de aquel doce de julio de hace diez años, y abandonado moribundo en un monte cercano a Lasarte. Llevaba las manos atadas y había llorado por su vida durante muchas horas sin que ello conmoviera lo más mínimo a sus asesinos. Los nombres de éstos -Gallastegui, García Gaztelu, Geresta- quedarán para siempre inscritos en la historia de la infamia; y no deberán ser olvidados nunca, pues la memoria de su barbarie sigue apelando a nuestra conciencia para decirnos que existen límites que, en la acción política, nunca deben sobrepasarse, y que el crimen no es una razón que deba atenderse para organizar los asuntos públicos.[…] Ha pasado una década desde entonces y el sentimiento de aquel momento se ha serenado. Hay quien dice, por ello, que del «espíritu de
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