martes, julio 10, 2007

La fortaleza del "Espíritu de Ermua" (por Mikel Buesa)

[…] Por eso, no le dijimos al presidente Aznar que cediera al ultimátum etarra acercando a los presos a Euskadi, sino que le exigimos que se mantuviera firme; y reclamamos que Miguel Ángel volviera sano y salvo con nosotros. Miguel Ángel Blanco fue abatido a las cuatro de la tarde de aquel doce de julio de hace diez años, y abandonado moribundo en un monte cercano a Lasarte. Llevaba las manos atadas y había llorado por su vida durante muchas horas sin que ello conmoviera lo más mínimo a sus asesinos. Los nombres de éstos -Gallastegui, García Gaztelu, Geresta- quedarán para siempre inscritos en la historia de la infamia; y no deberán ser olvidados nunca, pues la memoria de su barbarie sigue apelando a nuestra conciencia para decirnos que existen límites que, en la acción política, nunca deben sobrepasarse, y que el crimen no es una razón que deba atenderse para organizar los asuntos públicos.[…] Ha pasado una década desde entonces y el sentimiento de aquel momento se ha serenado. Hay quien dice, por ello, que del «espíritu de Ermua» no queda ya casi nada; que la sociedad española ya no es capaz de reaccionar ante el terrorismo y que, por tal motivo, contempla acontecimientos como la negociación entre Rodríguez Zapatero y ETA con indolente ostracismo. Discuto esta tesis. Es más, creo que ha sido sin duda el «espíritu de Ermua» el que ha limitado seriamente la capacidad del actual presidente del Gobierno para hacer efectivas las expectativas que había sembrado entre los terroristas, en años de conversaciones con ellos, de manera que no ha podido dar viabilidad a su eufemística versión del reconocimiento del derecho de autodeterminación, según el cual «el futuro de los vascos depende y dependerá de ellos mismos». Sigue leyendo en ABC

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