sábado, junio 16, 2007

Para echarse a temblar

Por Jesús Salamanca

Muchos españoles sentimos preocupación cada vez que hace declaraciones el director general de la Policía y de la Guardia Civil, Joan Mesquida. Casi tanta preocupación como cuando hace inventadas afirmaciones el presidente Rodríguez, gafe allí donde participa y estratega de la mentira en cumbres, congresos, foros y demás eventos de carácter social, político y económico.

Ha aprendido del maestro, tanto cuando se refiere a ETA, como cuando alude a Manuel Pizarro. En ambos casos titubea y baja la mirada, símbolos inequívocos de inseguridad, pasividad y embuste; aunque también es propio de quien intenta digerir un “marrón” que a otro corresponde. Y es que el director general se encuentra atrapado entre dos problemas: ETA y Pizarro.

Respecto a la banda asesina, el diligente Mesquida ha reconocido, por fin, que sí tiene ETA capacidad operativa, e incluso que puede “inflingirnos dolor”. Ya era tiempo de que usara las gafas de ver, porque durante la tregua trampa negó por activa y por pasiva que ETA estuviera formando a sus cuadros e introduciendo armamento en España. Pero el colmo de la obediencia al jefe fue negar que los zulos aparecidos estuvieran destinados a guardar armas o explosivos. Alguien debió apuntar a Joan Mesquida que, puesto que era Navidad, estaban destinados a guardar guirnaldas, bombillas de colores, matasuegras y chiflas bullangueras.

Oyéndole hablar en la cadena Ser, parece que hasta entiende de seguridad del Estado; no obstante, sigo pensando que es un peligro para la misma. Se sabe toda la retahíla de conceptos teóricos, como los acólitos conocen la letanía diaria: unidad de la política antiterrorista, colaboración entre Estados, capacidad operativa, alertas de seguridad; eliminación de toda publicidad que se refiera a la banda,…Todo ello cierto, pero puesto en polvorosa durante la tregua trampa, pues de otra forma no se entendería la mano blanda con De Juana, las ‘carantoñas’ al “hombre de paz”, el ‘encariñamiento’ del fiscal general con ANV, el atentado “accidente”, los chivatazos al grupo de extorsión etarra, el descenso en el número de arrestados,… En fin, para soliviantar al más templado.

Y como no era suficiente el juego dialéctico de nuestro gafe de seguridad estatal, asume un segundo “marrón” en el espionaje a Manuel Pizarro. Es más, dice que los agentes estaban realizando “otro servicio importante”. Vamos que, como decía un importante diario digital: “Los pillan espiando a Pizarro y no saben qué hacer”. Para echarse a temblar, sobre todo si se utilizan agentes pagados por el Estado para controlar a los ciudadanos, en beneficio de un partido. Nos recuerdan tiempos ominosos donde se pinchaban teléfonos, se insultaba al disidente y se rescindían comisiones de servicios a los más críticos y menos dóciles. ¿A dónde nos llevan por este camino?

Para “comerse el marrón” es el cargo ideal, dada la escasa credibilidad que atesora de cara a la ciudadanía. Tan poca como su jefe de filas, el presidente Rodríguez, tras alegato de bienestar en vísperas de año nuevo. Pero sigue habiendo dos claras contradicciones. Por un lado, si los agentes descubiertos dependen del Centro Nacional de Inteligencia, ¿qué pinta Mesquida dando explicaciones? Por otro lado, si el CNI depende del ministerio de Defensa y Mesquida depende de Interior, ¿qué pinta Mesquida hablando de lo que desconoce? La única explicación lógica que encuentro es que los espías eran guardias civiles, pero se identificaron como agentes del CNI.

El blog de Jesús Salamanca

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