miércoles, junio 06, 2007

Esperando

Por Germont

Alguien se pasea a estas horas, sin saberlo, con una diana dibujada en la frente. Un clima semejante al que precedió al asesinato de Miguel Angel Blanco parece extenderse por el país.

Alguien ha sido elegido hace días por una banda de asesinos para escenificar el órdago en la partida que juegan con el presidente del Gobierno. Sí, digo bien: con el presidente del Gobierno, no con el Estado. Es él, y sólo él, quien se ha embarcado en una partida imposible con gentuza con la que no caben juegos, ni apuestas ni faroles. Sólo un insensato vanidoso e iluminado puede acumular tantos errores como este aprendiz de todo que juega con el capital de los demás.

Ese alguien podemos ser nosotros mismos, cualquiera, si los asesinos optan por un atentado indiscriminado. Quede claro desde ahora: si se confirma el siniestro anuncio, los responsables del crimen serán los terroristas y todo su entorno, no el presidente del Gobierno. Aún así, a cualquiera con conciencia le costaría mucho conciliar el sueño. Debería el presidente meditar profundamente hasta qué punto su actitud ha contribuido a reforzar a la banda terrorista permitiéndole abrigar esperanzas de éxito que había perdido bajo los anteriores gobiernos. ¿Se lo permitirá su arrogancia, su infinita soberbia? Muchos españoles todavía estarían dispuestos a perdonar muchas cosas por un simple gesto de humildad, por un sencillo reconocimiento de haberse equivocado. Pero muy pocos lo esperan, en realidad.

Germont
Los árboles y el bosque

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