miércoles, mayo 16, 2007

Talante, toneladas de talante

Por Inmaculada Sánchez Ramos

La estrategia de los dirigentes del Partido Socialista es la de aniquilar al adversario político. Estrategia, por cierto, totalmente nazi, que se firmó en el pacto de Tinell comprometiéndose a “impedir la presencia del PP en el gobierno del Estado”, que se continuó cuando se pretendió “tipificar como delito” la pertenencia al Partido Popular, y sino que se lo pregunten a los militantes de dicho partido, Isidoro Barrios y Antonia de la Cruz, que fueron detenidos en el caso Bono y, que continúa siguiéndose, por la permisividad del PSOE ante la barbarie y el ataque a objetivos del Partido Popular en la campaña electoral.

Toda esta estrategia de exclusión está siendo seguida a pies juntillas por la gran mayoría de los dirigentes socialistas, y es por ello que no me asombra que dichos dirigentes del PSOE no denuncien y, aún es más, legitimen con su silencio la barbarie; está en el guión.

Sin embargo, lo que me asombra y entristece sobremanera es el comportamiento de los militantes socialistas. Militantes que actúan como si fuera normal en una sociedad democrática, que haya asaltos de las sedes del adversario político; como si fuera normal en una sociedad democrática, el brutal ataque físico a las personas que son candidatas en el País Vasco por el Partido Popular- Nerea y Virginia-; como si fuera normal en una sociedad democrática, que una dirigente de su partido -Amalia Rodríguez Alonso- insulte llamando asesinos a sus adversarios políticos.

El diccionario de la Real Academia Española define patente de corso como la “autorización que se tiene o se supone para realizar actos prohibidos a los demás” y no puedo, cuando todos estos hechos acontecen, dejar de preguntarme, ¿Cuál es la patente de corso que goza la izquierda para que sus votantes le permitan todo?

Desde la libertad

1 comentario:

cartapacio.liberal dijo...

Pues contestando a tu pregunta. Ten un grupo de maleantes que controla una aldea. El grupo de maleantes, los malos, tienen su propia ley, "distinta a la ley de los demás mortales". Pueden matar, robar, violar, pero sólo a los que son honrados. Ellos piensan: "somos intocables". Sólo notan que son "tocables" cuando violan a la hija del jefe. Pero ahí la justicia se suele hacer sin juicio para no humillar al ladrón en su "cuadrilla". Juzguemos en clave pueblo del Oeste dominado por un bandido y tienes la solución: la solidaridad de los malos. frid