sábado, mayo 12, 2007

El prícipe y el mendigo

Por Remedios Falaguera

Seguramente todos ustedes recordarán la inolvidable novela “El príncipe y el mendigo” de Mark Twain. En ella, el autor nos relata las aventuras de un príncipe malcriado y un joven mendigo, que aprovechando su parecido físico, deciden intercambiar sus vidas.

A pesar de que el príncipe quiere evitar su rutina y satisfacer sus caprichos y, el mendigo, pretende con ello evadirse momentáneamente de su pobreza , las experiencias y los personajes con los que conviven en su “nueva vida” enriquecen sus corazones y su inteligencia de tal manera, que se transforman en personas justas y honestas.

Pues bien, en estos últimos días en que los medios de comunicación se han convertido en el escaparate de los malcriados presos-príncipes, amparándose en la notoriedad de personajillos como De Juana, Julián Muñoz y su secuaces del caso Malaya o los cuatro encausados en el juicio del 11-M que han decidido empezar una huelga de hambre, no puedo ni quiero olvidarme que, desgraciadamente, la realidad de nuestros encarcelados es muy distinta.

Los presos-mendigos que abarrotan nuestras cárceles no saben como ni donde denunciar una realidad denigrante para la comunidad penitenciaria de nuestro país y vergonzosa para los ciudadanos de bien que claman “en el desierto” dignidad y justicia para toda persona, sea quien sea y venga de donde venga.

Este es el caso de M.T.J. que nos mendiga unas migajas de consideración ante su caso.

Queridos hermanos de la prensa hace 28 años me entere por la cotilla del pueblo que era adoptado. Me sentí muy mal, no podía con mi dolor y me fui en busca de mis padres y me rebelde.

Estuve trabajando en un bar y me entro la enfermedad de ludópata .Empecé a robar poca cantidad de dinero a mis amigos, a mi familia. Me hacia pasar por ellos y les sacaba poco dinero del banco para jugar en las maquinas y yo no me daba ni cuenta de lo que hacia. Hace 3 años salí de prisión porque pague una pena de 2 años por que un banco me denuncio. Lo pase muy mal me sentía rodeado de gente mala y yo soy muy sentimental. Todos se metían conmigo, me pegaban y yo no podía más. Cuando salí de ahí, salí muy traumaudo. Justamente mi mujer me había dejado. No quería saber mas de las maquinas. Encontré una mujer que me tranquilizo y la que me hizo olvidar todo. Este año nos íbamos a casar pero, de hace 4 años me llego una pena que la tengo que cumplir. Es de un año y nueve meses de prisión y me aterra entrar ahí. No puedo, pero se que tengo que hacerlo. ¡Por amor de Dios, ayúdenme!

Yo ya he cambiado. Solo quiero libertad. No quiero sufrir mas ahí adentro. Hace 15 años que me llevo muy bien con mis padres: Comprendí que madre no es la que da a luz, sino la que te cría. Ellos en este momento son muy mayores: mi madre tiene 74 años y mi padre80.Están sufriendo mucho. Mi novia esta muy dolida con la noticia. ¡Pónganse en mi lugar! Nesecito vivir la juventud que me queda. Tengo 35 años y no me quiero pasar toda mi vida en entre rejas. Por favor, hacer algo. Se que cuento con vosotros. Hablar y escribir estas notas de un hombre que ha cambiado y que os nesecita…Gracias.

Ayudar a personas con un pasado delictivo, un presente atormentado y un futuro incierto no es una tarea fácil. Es verdad. Pero si reflexionamos un poco sobre la moraleja de la obra de Mark Twain, especialmente, en esta sociedad hipócrita que se llena de grandes discurso pero que vive de espaldas cuando se trata de comprometernos con honestidad y justicia en la reinserción de los presos, nos daremos cuenta de que como dice el autor al principio de su novela: “Puede ser historia, puede ser sólo leyenda, tradición. Puede haber sucedido, puede no haber sucedido: pero podría haber sucedido. Es posible que los doctos y los eruditos de antaño lo creyeran; es posible que sólo a los indoctos y a los sencillos les gustara y la creyeran”.

Para más información:

M.T.J

DNI 33410947-C

MOVIL 697809907


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