¿Hay que intentarlo?
Por Almudena Negro
No seré yo quien lleve la contraria al Rey de España. Que ya se sabe que en este país, plagado de cortesanos y periodistas valientes con la Pantoja y cobardes con el poder no todos los españoles son iguales ante la ley. Que los hay imputables e inimputables. Así pues, Majestad, para qué negarlo, tiene usted razón: hay que intentarlo.
Y yo, como buena súbdita y hasta ciudadana que en realidad desearía no ser ninguna de las dos cosas sino libre, le doy mi palabra: lo voy a intentar. Intentaré comprender cómo en pleno siglo XXI se puede hablar, sin miedo al sonrojo que en toda persona de principios suele producir el engaño, de “monarquías modernas” o “modernización de la Monarquía” para ocultar la chabacanización de una arcaica y antidemocrática institución que, en el mismo momento en que renuncia a su tradición y a sus costumbres para ser el colmo del progreso, se combate a sí misma. Una institución cuyos miembros, parece, sólo tuvieran derechos –y los económicos deben ser satisfechos a costa de todos los españoles-, pero jamás obligaciones. Una institución cuya máxima representación –“inviolable y no está sujeta a responsabilidad”, dice la Constitución en su artículo 56.3- no está sujeta a los controles que toda democracia que así quiera llamarse exige.
Intento también comprender cómo se puede hablar en este país de democracia o de igualdad ante la ley cuando hay un ciudadano español al cual la Constitución (refrendada por la gran mayoría de españoles, eso sí) proclama irresponsable jurídicamente hablando o cuando hay una zona de España en donde no se celebran elecciones libres, sino bajo la presión de las pistolas y las bombas lapa. Una zona de España donde la mitad del parlamento tiene que ir escoltado. Donde gran parte de su población vive atenazada por el miedo. ¿Cree usted, Señor, que se puede hablar de “España democrática”?
Intento comprender, Señor, cómo se puede afirmar aquello del “hablando se entiende la gente”, tan en la línea del “hay que intentarlo”. Frases huecas que nada dicen pero lo dicen todo. Majestad, ¿se puede hablar de todo en democracia? ¿Consiste la tolerancia en tolerar al intolerante o, incluso, someterse a sus dictados? ¿Acaso la democracia es el “todo vale”, el relativismo absoluto?. Si todo vale… ¿podría debatirse acerca de la legalizazión de la esclavitud, por ejemplo? Me da a mí que no. Aunque si lo pidieran Josu y De Juana a saber...
Yo lo tengo claro: hay que intentarlo. Hay que intentar que los socialistas –de todos los partidos; los socialistas confunden siempre lo público con lo privado porque para ellos “todo es colectivo, por lo tanto de nadie, por lo tanto ahora es mío que lo ví primero”- dejasen de meter la mano en el bolsillo del contribuyente para que éste sea quien financie todas sus intervencionistas, antiliberales y nocivas ideas. Por ejemplo, habría que intentar dejar a ETA fuera de las instituciones, para que la familia de la próxima víctima del terrorismo etarra no contribuya con su dinero y su esfuerzo a pagar la bala que un malnacido usará, en nombre de un utópico y socialista País Vasco que sólo existe en su imaginario nacionalista, contra un inocente. Y todo lo demás, Majestad, con todos los respetos, son milongas. Aunque sean milongas reales.
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