jueves, mayo 17, 2007

¿El dinero da la felicidad?

Por Reme Falaguera

Sólo seremos felices cuando cobremos conciencia de nuestro papel, aunque nos corresponda el más oscuro." Antoine de Saint-Exúpery

Seguramente, a muchos de ustedes les puede parece una frivolidad si les pregunto por qué la gente cree que el dinero compra la felicidad. Pero la pregunta no tiene nada de extraño. Sólo nos basta con dar una mirada a este país, en el que la corrupción y el amiguismo de los poderosos e influyentes están al orden del día, para darnos cuenta de que la mayoría de los ciudadanos, especialmente los más jóvenes, nos referimos a la felicidad asociándola a conceptos tan triviales como pueden ser el dinero, la posición social, el lujo, la belleza, el poder, la influencia o los caprichos. Es más, estamos convencidos de que los ricos y famosos son más felices que los pobres, ¿no les parece?

Pero, desgraciadamente para todos ellos, una cosa es cierta. La mayoría de las encuestas y estudios muestran que el dinero no da la felicidad.

Acaba de llegar a mis manos la investigación publicada por los profesores Manel Baucells del IESE y Rakesh K. Sarin de la UCLA Anderson School of Management, "Does More Money Buy You More Happiness?" ("¿Con más dinero se puede comprar más felicidad?" ) . Con este título tan apetecible de leer, los autores nos proponen “un modelo para explicar este rompecabezas.

El modelo incorpora tanto adaptación como la comparación social…y argumentamos que la tendencia de proyección, la tendencia de proyectar en el futuro nuestros niveles de referencia corrientes, impide a los sujetos calcular correctamente la utilidad obtenida del consumo (…) y esto hace que la gente sobreestime la felicidad que ellos obtendrán con el dinero”.

Dicho de otra manera, por una parte nos demuestran que “a pesar de los avances económicos, cada vez menos personas se sienten satisfechas” y, por otra, nos animan a buscar una felicidad basada no en los bienes materiales, sino en un “corazón enamorado” fruto del sacrificio y la entrega a los que nos rodean

Interesante, ¿verdad?

Claro está que la persona humana tiende por su naturaleza a la felicidad. Es más, ha sido creada para la búsqueda y el disfrute de la felicidad. Por eso, nos dejamos la piel y muchas veces nuestro honor, para conseguir tener todo aquello que consideramos necesario para ello. Incluso hacemos malabarismos con nuestro tiempo y nuestro estado de ánimo para incrementar nuestros niveles de eso a lo que nosotros llamamos felicidad, y que consideramos un derecho. Tanto es así, que compararnos con otros más favorecidos nos crea un estado de confusión entre valor y precio, como solía decir Machado, que nos llena de insatisfacción y nos aboca a vivir en la necedad con mucha más originalidad y más empeño.

Pero, en esta carrera por tener más y por ser mejor considerados, nos olvidamos de algo. El dinero no compra la felicidad, sencillamente porque la felicidad no se compra, como tampoco se compra el amor, la amistad, la satisfacción del trabajo bien hecho y tantas otras cosas que nos llenan el corazón y nos hacen “enamorarnos” de los que nos rodean y disfrutar de las pequeñas cosas que nos regala la vida.

Porque ser feliz no consiste en tener –poco o mucho-, sino en saber tener y apreciar aquello que tenemos como un tesoro al servicio de los que nos rodean. Consiste en dedicar tiempo y esfuerzo a lo que tiene un significado especial en tu vida, a aquello o aquellos que has escogido como imprescindibles en tu camino…en fin, la felicidad son tantas cosas y tan pequeñas que se requiere un poco de ejercicio interior para descubrirlas. Como muy bien decía Pascal, “la felicidad es un artículo maravilloso: cuanto más se da, más le queda a uno”.

Ya se que no es fácil, pero tampoco imposible de conseguir. Es más, ya que estamos inmersos en este grado de reflexión necesaria para los tiempos que corren, me van a permitir que aproveche este espacio para agradecer a la Providencia, al destino, a la casualidad, a la suerte…en fin, como ustedes prefieran, el haber puesto en mi camino, hace tan solo unos días, a unas personas maravillosas y felices que conquistaron mi corazón y que con su actitud entusiasta del que sabe compartir lo que tiene con las personas que les rodean hicieron que me sintiera una privilegiada de todo lo que tengo, da igual que sea poco o mucho.

¿Por qué?, se preguntarán. Simplemente, porque me ayudaron a descubrir que el quid para ser feliz no está en el placer, el dinero ni el poder, como se empeña en vendernos esta sociedad materialista que nos bombardea con señuelos atractivos, pero necios y vacíos. Nuestra felicidad está en la felicidad de los demás, en el compromiso – en muchos casos heroico- con Dios, con nosotros mismos y con los hombres que esperan y necesitan de nosotros para construir esa parcela de felicidad que les corresponde y que no podemos ni debemos negarles.


http://webprofesores.iese.edu/mbaucells/downloads/...


Reme Falaguera

Mujeres del Siglo XXI

Debate21

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo creo que el dinero da la felicidad siempre y cuando esté acompañado de buena salud y se sea relativamente joven, yo tengo esas dos cosas, asi que, si tuviera tan solamente 200,000 euros seria el hombre mas feliz del mundo.
No nos engañemos el dinero da la felicidad.