El dominó

Por Inmaculada Sánchez Ramos

Uno tras otro, los diferentes organismos reguladores de España han ido saliendo a la palestra por su falta de independencia.

Primero fue la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones con un traslado de sede que no respondía a motivos profesionales, sino simplemente a políticos.

Posteriormente, Maite Costa desde su atalaya de la presidencia de la Comisión Nacional de la Energía, a modo de “campeona nacional” en lo que a litigios en Bruselas se refiere, ha dado innumerables muestras de irregularidades y actuaciones en contra de competencia, durante todo el proceso de las OPAS de Endesa.

Por último, el culebrón de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, en el que a su Presidente no le ha quedado más remedio que dimitir (ó amenazar con dimitir) para no ser cómplice de acciones –ó… ¿quizá con Acciona?- que van en contra de los fines de la propia Comisión, no deja de ser una muestra patente de la presión que el Gobierno de España, está ejerciendo sobre la Comisión, supuestamente independiente.

La independencia en estos órganos, no es sólo una cualidad importante sino que constituye la razón de existencia de los mismos. Es decir, la independencia es la herramienta fundamental que poseen para alcanzar los objetivos que tienen encomendados. Estos objetivos, no son otros que los de garantizar la competencia en sus respectivos mercados (telecomunicaciones, energía y valores), velando por la transparencia en los mismos.

La utilización, por parte del Gobierno, de dichos órganos para hacer justo lo contrario a lo de velar por la independencia y transparencia, es decir para intervenir en los mercados, de modo más o menos opaco, nos está llevando a un desgate institucional importante que está perjudicando enormemente a los intereses de España. ¡Qué lástima!, el prestigio y el crédito de estás Instituciones, y, por ende, el de España, se este desmoronado a modo de fichas de un dominó empujadas por aires intervencionistas.

Inmaculada Sanchez Ramos

Desde la libertad