jueves, marzo 01, 2007

No hay término medio

Es un día muy triste, extraño, desasosegante. Ver al ministro del Interior justificando por razones humanitarias la práctica liberación del asesino de 25 personas, y al presidente del Gobierno callando, pero afirmando con media sonrisa que con seguridad le darán ocasión de pronunciarse muchas veces sobre el tema, ver todo eso te hace sentir de pronto totalmente ajeno, remotamente lejano al gobierno de tu país, que parece moverse en unos parámetros de moral y de principios diametralmente opuestos a los tuyos. No hay punto de encuentro posible.

No hay término medio entre la dignidad y la cobardía, ni entre la justicia y la iniquidad, ni entre la rectitud y la inmoralidad, ni entre la justicia y la impunidad, ni entre la honestidad y la mentira. No cabe la cesión al chantaje y al mismo tiempo la defensa del Estado. No cabe la componenda entre la vileza y la integridad, ni entre la corrupción y la limpieza. No se pueden mezclar el agua y el aceite. Este gobierno, este hombre despreciable que lo preside, no tiene ni puede tener nada que ver con la gente honesta de este país. Vive en un universo de rencores y de odios enquistados que le sitúa emocionalmente más cerca de los asesinos que de sus víctimas, más próximo a los criminales que a la oposición democrática. Su mundo no es el nuestro, aunque por desgracia sus decisiones sí nos afectan. Su escala de valores no roza ni tangencialmente la nuestra. No existe ni el más mínimo espacio de diálogo ni de acuerdo posible con este hombre. Y si existiese, él se encargaría de eliminarlo.

El o nosotros. No hay más.

Germont

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