jueves, febrero 22, 2007

Opiniones sobre la polémica de Al Gore (II)


... sigue mi ejercicio mental de responder desde los zapatos de Al Gore, algo pretencioso dado mi desconocimiento de muchas facetas del personaje, y con abundantes ideas de cosecha propia... pero como alineado con sus tesis, creo que el ejercicio tiene cierta coherencia.

¿Cuántos científicos, maestros, divulgadores, editores se ganan la vida creando productos educativos sobre conciencia ecológica? ¿Cuántas publicaciones periódicas se dedican a la ecología? ¿Cuántos ejemplares de más vende un periódico con un titular ecoalarmista en portada? ¿De qué viven los directivos de Greenpeace, WWF/Adena, Earth First, etcétera?

-Comenzando por la última pregunta, todas las organizaciones no gubernamentales dependen, paradójicamente, de fondos gubernamentales en forma de subvenciones y ayudas. Al menos en España, ya que en EE.UU. no hay entidad privada que no se sostenga, fundamentalmente, con donaciones privadas y aportaciones de sus socios.

Yendo al fondo de la cuestión, que deduzco que trata de señalar con algo de mala intención a mucha gente que "vive del cuento" de la ecología, no puedo evitar sentirme un poco escandalizado. La ecología es, al margen de el heterogéneo grupo de personas que participan activamente en su difusión, una ciencia nueva que nos ha ayudado ya a identificar y comprender procesos del entorno en que vivimos que pueden ser determinantes para nuestro futuro. Sin negar que se producen abusos, como en cualquier otro empeño humano, el fruto de todo lo que menciona es que hoy estamos concienciados de problemas que hace medio siglo no se consideraban como tales, salvo por algunos burgueses de clase alta que iniciaron clubes conservacionistas como el Sierra Club estadounidense. En definitiva, es un área del conocimiento y la sociedad que tiene importancia, y que será relevante para el futuro.

Y ahora respondo con otra pregunta: ¿cuántos periodistas, intermediarios, publicistas, publicaciones, etc, viven a costa de los deportes de espectáculo? ¿De qué viven los directivos de los grandes clubes? ¿De dónde salen las sumas millonarias que cobran las estrellas del deporte, y qué mejor fin no tendrían esas cantidades invertidas, sin salirnos del deporte, en facilitar a la población más y mejores instalaciones deportivas para su disfrute? Es sólo un ejemplo de cómo se derrocha el dinero en otras facetas de la sociedad cuyos beneficios para el futuro son, cuanto menos, mucho menos probables que los de la difusión de la ecología y su discusión en los foros públicos.

– España jamás llegó a acercarse al objetivo de ayudar al Tercer Mundo con el 0,7% del PIB, y, hoy por hoy, sigue muy lejos de cumplir las exigencias de reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera comprometidas en Kioto. ¿Sigue pensando que este país puede liderar la lucha contra el cambio climático?

-España ofrece un caso paradójico, es verdad. Es el mejor ejemplo de cómo no basta con manifestar buenas intenciones, si luego no se disponen los medios necesarios para su aplicación, y también ilustra, a mi entender, lo complicado que resulta poner en marcha iniciativas de cualquier tipo si no se cuenta con una participación amplia de la sociedad y todos sus actores (gobiernos, sindicatos, empresas, colectivos ciudadanos, etc). Sin embargo, al margen del pobre ejemplo que dan esos hechos que cita, reconozco a España el mérito de trasladar esta cuestión a los foros internacionales para que se hable del problema y se aporten soluciones, en lugar de esconderlo debajo de la alfombra. También le deseo la mayor de las suertes y conmino a la sociedad española a avanzar en la consecución de los objetivos citados.

– En su documental nos ofrece estremecedoras imágenes del 2% del territorio de la Antártida que se está calentando. ¿Tiene pensado ya cómo va a rodar en sucesivas entregas el 98% del territorio que se ha enfriado en los últimos 35 años?

-Los procesos climáticos son complejos, y un enfriamiento en la Antártida no puede considerarse un dato de consuelo para el resto de los cambios. Tendemos a hablar de "calentamiento global", pero deberíamos cambiar esa expresión por la de "cambio climático", precisando a continuación que en ese "cambio" se incluyen muchas modificaciones en el clima que nos afectarán de una manera negativa. Que se enfríe la Antártida sin que el Ártico deje de derretirse o cambien las corrientes y los flujos atmosféricos (incluso acrecentándose la violencia de estos por el enfriamiento en el polo sur) no debe ser tomado como un dato que invalide esos cambios, o nos haga sentir que no hay amenaza. La amenaza son los cambios bruscos y catastróficos, y un enfriamiento de un extremo del planeta a costa del calentamiento de otros me hace temer futuras y violentas consecuencias climáticas.

– Impactantes también son las imágenes que ofrece de cómo quedarán de devastadas ciudades como Nueva York, Calcuta o Ámsterdam cuando el mar aumente su nivel en 20 metros. ¿Se trata de un recurso dramático utilizar esa cifra, a pesar de que los expertos del IPCC advierten de que las aguas del mar subirán, en el peor de los casos, 0,6 metros? ¿Tiene algún significado especial la cifra "20"?

-Los datos en cuanto al nivel que subirán los mares no están cerrados, y pueden situarse en una horquilla con márgenes aceptables. Simplemente, el documental pretende ilustrar las peores consecuencias posibles, en un escenario de máximos. Reconozco que la intención, algo rendida a la espectacularidad, es un recurso para tratar de despertar las conciencias adormecidas, aunque se trate de un caso muy extremo, que esperemos no se produzca.

– Estremece escucharle hablar de la cantidad de muertes que producirá el aumento de la temperatura en el futuro. ¿Ha calculado usted el número de fallecimientos por frío que se evitarán? Algunos científicos lo han hecho. Le sirvo los datos, por si tiene a bien incluirlos en la edición de su documental que se va a entregar a nuestros hijos en las escuelas. Anualmente, un aumento de un grado en las temperaturas causaría 2.000 muertes por golpe de calor en el Reino Unido, pero supondría 20.000 fallecimientos menos por frío.

-Cuando alguien me pregunta si prefiero el frío o el calor, un tópico de conversación de ascensor muy típico, suelo responder que contra el frío hay más recursos para defenderse que contra el calor: un abrigo, bufanda, gorros, una casa con las ventanas bien selladas para conservar el calor... El calor extremo imposibilita la vida fuera de los lugares con aire acondicionado, aún hoy menos universal que la calefacción. Creo que el problema de los fallecimientos por frío se debe más a la falta de solidaridad para las personas sin techo, los ancianos desatendidos o los accidentes relacionados con heladas que al frío en sí. En todo caso, deberíamos mejorar la calidad asistencial para esas víctimas y hacer una profunda reflexión sobre cómo tratamos a los miembros más débiles de nuestra sociedad.

– Usted hará ver a nuestros hijos que el huracán Katrina fue consecuencia del calentamiento global. ¿Puede decirme qué medidas aprobó durante su mandato como vicepresidente para mejorar el obsoleto sistema de diques de protección de Nueva Orleans?

-Ese es uno de los múltiples casos en que lo imprevisible de ciertos fenómenos nos golpea dónde y cuando menos lo esperamos. Cuando uno administra un presupuesto limitado, tiene que priorizar, y nadie tiene la bola de cristal para prever qué infraestructuras serán las más importantes o salvarán vidas, frente a otras en las que sí se invierte. Es un poco como dar palos de ciego, a no ser que se disponga de fondos para mejorar todas las infraestructuras. ¿Cuántas vidas se habrán salvado por la mejora de otras que sí se llevó a cabo? Por fortuna, jamás lo sabremos.

Aprovecho para hacer una reflexión: el dinero que tendremos que emplear en poner remedio a las consecuencias del cambio climático será, a largo plazo, mucho mayor que el que costará tratar de mitigarlo.

– Retrasar sólo 6 años el efecto del supuesto cambio climático sobre el planeta costará a los países firmantes del Protocolo de Kioto 150.000 millones de dólares. ¿Sabe lo que costaría dotar de agua potable y sanidad a todos los habitantes del mundo? ¿No? Pues puede preguntarle a la propia ONU: 75.000 millones de dólares. Justo la mitad. ¿Qué inversión le parece más rentable?

-¿Durante cuanto tiempo dotaríamos de agua potable y sanidad a todos los habitantes del mundo con $ 75.000.000.000? ¿Un año? ¿dos, hasta que las potabilizadoras empezaran a fallar por falta de mantenimiento e inversiones? ¿Tres, hasta acabar con las reservas de medicamentos para los tratamientos? Podría responder que ambos empeños me parecen muy rentables, desde luego mucho más que las cantidades inmorales que se emplean en armamento en todo el mundo, muchas veces para sostener regímenes que se gastan así el dinero que podrían usar en dotar de agua y sanidad a sus ciudadanos. O en mi mismo país, donde estamos derrochando cantidades astronómicas en una guerra sin sentido de la que ahora ya no podemos salir, mientras un ciudadano estadounidense subempleado, de los que le aseguro que no escasean, carece de esa sanidad y, a veces, es vergonzoso, de agua potable. Puestos a elegir, yo voto por dar 225.000 millones a ambos propósitos, sustrayéndolos de los 800.000 millones quemados por intentar apropiarnos de un país y de su petróleo.

– Hace años nos quisieron convencer de que los humanos nos achicharraríamos por culpa del agujero en la capa de ozono. ¿Su apoyo a la causa del cambio climático, ahora, significa que usted ya no cree en los postulados catastrofistas sobre el ozono, que el ozono ha pasado de moda, que lo del ozono ya se ha arreglado o, simplemente, que de algo hay que morir?

-El caso del ozono es una buena muestra de cómo tenemos el poder para cambiar las cosas, si lo hacemos a tiempo. Gracias a la erradicación de los CFC's, hemos puesto freno a un deterioro que nos amenazaba sin duda, y cuyas consecuencias padeceremos en muy menor medida que de no haber hecho nada. Sin embargo, aunque su abuelo pudiera trabajar todo un día al sol sin obtener más que un saludable moreno, no intente imitarle hoy o puede que el moreno no sea tan saludable.

– ¿Apagó usted la luz en el gran apagón de la semana pasada? ¿Le ha comentado el señor Zapatero cómo se las arreglaron a oscuras en la Moncloa?

-Iniciativas como esa son buenas, porque introducen en el debate público cuestiones de gran importancia, como el excesivo derroche energético que tenemos en el mundo industrializado, mientras hay millones de personas sin acceso a la electricidad. Al margen del éxito, el mero hecho de que se popularicen y obtengan eco en los medios ya me parece un gran avance. Que luego seguidos en un 20% o un 60%, es algo anecdótico que no debería desviar la atención del mensaje de fondo.

– ¿Cree usted que, en próximas ediciones del gran apagón contra el cambio climático, los 2.000 millones de ciudadanos del mundo que viven aún sin energía eléctrica deberán apagar las velas, o cerrar los ojos, para salvar al planeta?

-Me remito a mi anterior respuesta.

– ¿Cuánto tiempo cree usted que esos 2.000 millones de personas tardarán en tener luz eléctrica ecológicamente sostenible en sus casas? Mientras les llega la energía verde, ¿cree que será malo para el medioambiente que quemen algo de carbón para calentarse?

-Por supuesto que no. Sin embargo, es increíble como algunas de las experiencias más vanguardistas para la energía reonvable han tenido lugar en países en desarrollo, a un nivel micro o doméstico y con excelentes resultados (como las cocinas solares, generadores eólicos domésticos, etc). Lo importante es que la energía verde se convierta en una realidad para quienes consumimos la inmensa mayoría de la energía y seguimos dependiendo de los combustibles fósiles sin querer abandonar esa dependencia.

– ¿Fue usted a la Moncloa en coche de hidrógeno?

-Cuando tengo la ocasión de escoger, prefiero los vehículos híbridos, con consumos muy inferiores a la media. Son un paso intermedio, como las nucleares. El hidrógeno será una gran alternativa de futuro, pero aún carecemos de la infraestructura necesaria para que sea una realidad en nuestras ciudades. Pero me encantaría ir a la Moncloa en coche de hidrógeno para mi siguiente visita.

Oscar

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