sábado, septiembre 02, 2006

Desprecio olímpico

Es la tercera vez que los ciudadanos de Barcelona padecemos el desprecio olímpico del PSC, que nos asigna a dedo a un alcalde sin necesidad de que pase por las urnas. Cuando Narcís Serra era alcalde y fue llamado por González a asumir altos destinos en Madrid, dejó en su lugar a un jovencísimo Maragall. Tras la apoteosis olímpico, el inimitable Pasqual decidió tomarse una temporadita de descanso, y nos colocó a Joan Clos en la alcaldía. Ahora éste, tocado por el dedo divino de Zapatero y simultáneamente propulsado por el pie justiciero de Montilla, asciende al olimpo del Consejo de Ministros a nueve meses del fin de su mandato y nos deja en manos del desconocido Jordi Hereu.

El respeto de los socialistas por el veredicto ciudadano de las urnas es, como puede verse, perfectamente descriptible. Dejan a su delfín colocado en la rampa de lanzamiento, con unos cuantos meses por delante para aprovechar los presupuestos municipales en campañas de autobombo y para chupar cámara hasta darse a conocer y ponen al frente de la gobernación de la ciudad a un señor al que nadie ha votado.

El desprecio, sin embargo, va más allá, y alcanza a todos los ciudadanos de España cuando se hace evidente, y pocas veces lo ha sido más que en esta ocasión, que los nombramientos para el Consejo de Ministros se hacen con criterios que dependen única y exclusivamente de pagos políticos, de cuotas, de equilibrios de poder entre facciones, obviando por completo las cualidades de cada candidato. “Un ministro catalán”, dicen. En todo caso, un ministro de la rama catalana del partido socialista, si nos guiamos por Montilla, que creo es de Córdoba. ¿Hay un ministro murciano, y uno de La Rioja? O es más bien que el hecho de que el ministro sea catalán se ha convertido en el único requisito del currículum de los candidatos... Me considero con más derecho que nadie a protestar, como catalán, por esta absurda costumbre, que además obliga a los nombrados a proferir sandeces como la que dio titular a toda página en La Vanguardia:“Desde Madrid se puede hacer más por Barcelona”. ¿Es ése el objetivo del ministro de industria del gobierno de España, hacer más por su ciudad?

Nos desprecian olímpicamente. Ni se molestan en disimular mínimamente que todo es un juego entre facciones del partido. Clos no tiene la más mínima relación con el mundo de la industria (y aún así, supera los méritos de Montilla al tener una cierta formación y haber viajado más allá de Cornellá). El gobierno de España está sobre el tapete de esta partida de trileros: te cambio el ministerio de industria por la alcaldía de Barcelona, y te veo la apuesta por la Generalitat. ¿Y las elecciones? Bueno, un simple trámite periódico para desentumecer el músculo de la demagogia.

Germont

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