martes, abril 11, 2006

De lealtades

Tanto Guerra como Bono se han llenado la boca de proclamas patrióticas, de discursos preocupados y de soflamas de amor a España en la última semana. Pero a la hora de la verdad, su lealtad no ha sido para España, sino para el Partido Socialista, para el proyecto de Rodríguez. Alguna de estas actitudes ha merecido incluso el aplauso de columnistas tan poco sospechosos como Alfonso Ussía.

Y sin embargo, a mí me produce una creciente indignación ver al Sr. Bono envolviéndose en la bandera nacional como si fuese su sudario político, o al Sr. Guerra señalando admonitorio las similitudes entre el proceso español de principios del XXI y el soviético de los 90. Por supuesto que se debe lealtad al partido y al líder que te ha nombrado, como se le debe a la empresa para la que trabajas, o a tus compañeros en ella, o a tus amigos o a tu pareja. Faltaría más. Pero también está la lealtad a tus propios principios, y a tus electores, y hasta a tu programa electoral. Y por supuesto, a tu país. Y resulta que en pocas ocasiones se visualiza tan claramente el choque de lealtades como en el caso de estos dos políticos socialistas.

Hay veces que la vida te pone en situaciones en que hay que escoger entre dos lealtades, entre dos personas, entre un mal menor y una catástrofe, entre el propio bienestar y el sacrificio personal. Estas son las ocasiones que retratan verdaderamente la catadura moral y la solidez de los principios de los auténticos hombres de Estado. Y cómo se han retratado en estas últimas semanas Guerra y Bono... Desde puestos decisorios, desde pedestales que otorgan respetabilidad y eco público, han callado como muertos lo que pensaban, para no perjudicar la única lealtad que realmente les importa: la lealtad a quien les paga el sueldo cada mes. Podríamos añadir a la lista a Borrell, antinacionalista donde los haya y que desde Bruselas contempla el incendio como si no fuese con él, o a Rodríguez Ibarra, otro que en la hora de la verdad siempre agacha la cabeza.

¿Hubiera acabado igual el estatuto de Cataluña si Guerra, Bono, Borrell e Ibarra se hubiesen plantado? ¿No les hubiese seguido un puñado de diputados socialistas si los tres se hubiesen pronunciado de forma clara? Y es que ni tan siquiera tenían que haber roto ninguna lealtad, bien mirado: quien las ha roto todas ha sido su jefe, y eso les exime de su deber hacia él. A la Constitución, a la Nación, a los ciudadanos que le votaron, a los que no le votaron, a las víctimas del terrorismo, a su programa electoral, a sus socios de gobierno,... Rodríguez Zapatero no ha dejado lealtad sin defraudar, engaño sin cometer, promesa sin incumplir ni mentira sin proferir. ¿Y entre España y Rodríguez, estos estadistas han elegido al segundo? Que nos dejen en paz, que se ahorren los numeritos patrioteros y los discursos lacrimógenos. Cuando pudieron cambiar las cosas, callaron. Y ahora van “de mostrador en mostrador”, que diría la Piquer, llorando su desconsuelo. Me perdonarán, pero no me voy a privar: ¡a la mierda!


Germont

1 comentario:

Apolo dijo...

Algunos mucho hablar pero luego a mirar la nómina fresquita de sus miles de euros mensuales por hacer lo contrario a lo que dicen.

Y mientras tanto la miopía de los votantes socialistas sigue en aumento.