martes, noviembre 29, 2005

"¡Hay que cerrar, hay que cerrarlo como sea, vamos!"

Así parece que habla nuestro Presidente del Gobierno en una cumbre internacional. Siempre he pensado que no era precisamente un cráneo privilegiado como diría Don Ramón del Valle Inclán.
Obviamente, todo el mundo puede decir lo que quiera "en la intimidad". Pero es precisamente en esa intimidad cuando se revela lo autentico, siempre oculto detrás de la mascara olíticamente correcta.

"Hay que cerrar, hay que cerrarlo como sea". Esa es la actitud del Presidente Rodríguez. Buscar el efectismo, buscar la frase que permite seguir luciendo su sonrisa vacía y sus ojos brillantes que miran a la nada. "Como sea", no importa el que y el como. Solo importa tener un texto, algo que mostrar. Un par de citas para que El País y la Ser analicen la morralla diaria para servirla digerida a las mentes blandas que lo tragan todo. Todo, con tal de seguir viendo esa sonrisa estúpida. Quizás reflejo de sus limitaciones. En la sonrisa del Presidente Rodríguez esta su imagen del perfecto yerno con el que el suegro siempre esta contento, del buen empleado conformista, del marido sumiso que friega platos y plancha hasta la madrugada mientras la mujer liberada se desparrama en el sofá, del padre que nunca castiga, del profesor-colega. El reflejo de toda esa cantidad ingente de estupideces que nos reblandecen la mente día a día. Pero eso tiene un precio. Y ese precio es la mediocridad.

Y así, con tal de mantener su sueldo y creer, porque quizás se lo crea, que esta haciendo algo útil la sonrisa nunca debe desaparecer. Hace falta esa frase de talante sin talento, "hay que cerrarlo como sea, vamos".

Pues cierre su texto Sr. Rodríguez. Ciérrelo bien y nunca más lo lea. Porque posiblemente no lo entenderá. Como nunca ha entendido nada. Ciérrelo y sonría. Con esa mirada angelical mientras piensa en uno de sus dos abuelos (en el otro no). Y viva ese momento, Sr. Rodríguez. Vívalo mientras siembre las semillas del desastre. Pero no deje de sonreír. No. Porque el día que lo haga quizás no podrá soportar lo que vea en el espejo. Su propia imagen, la verdadera. Esa triste silueta mediocre que cada día nos hace la vida más difícil.
"¡Hay que cerrar, hay que cerrarlo como sea, vamos!" (J.L.R.Z, Presidente del Gobierno de España, 28-Noviembre-2005)

Armentia

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