lunes, mayo 22, 2006

Horizonte: Montenegro

Cataluña y Euskadi, dos de las regiones europeas más ricas, han añadido un nuevo icono a su colección particular de símbolos: Montenegro (¿Montnegre, tal vez...?).

Montenegro, la demostración vívida de que la autodeterminación es posible en Europa; la prueba del nueve de que quien quiere, puede.

Una antigua corte de opereta, digno escenario para La Viuda Alegre, El Prisionero de Zenda o El Cetro de Othokar, minúsculo país ficticio lleno de húsares de atrezzo, princesas casaderas, agregados militares de monóculo y cabeza rapada, y siniestros castillos con lúgubres mazmorras en que la policía política de un reyezuelo fugaz torturaba a los esforzados disidentes. Lugar de lucha subterránea entre las grandes potencias, de conspiraciones turbias entre copas de champán y vals vieneses, y de traiciones en francés diplomático.

Esa es la fuente de inspiración para nuestras jóvenes naciones emergentes. Pero, cielos... ¿un Montenegro republicano? ¿Sin princesas ni monóculos, con cava en lugar de Moët, con sardanas en vez de valses, y con comisiones sobre obras públicas como triste objeto de las conspiraciones y vendettas?

Qué futuro tan cutre nos espera, Señor...

Tintín, capitán Haddock, Milú: estéis donde estéis: salvadnos.


Germont

1 comentario:

vitio dijo...

Sí, pero ni Cataluña ni el País Vasco quieren la independencia. Todo es un invento de los nacionalistas.
Un saludo.