viernes, septiembre 14, 2007

Desde mi trinchera liberal: Jesús Mosterín. Ciencia viva


Jesús Mosterín juega en este endeble libro a científico y teólogo, sin ser ninguna de las dos cosas. Es un filósofo metido en jardín ajeno.



El libro resulta incosistente, y en ocasiones, puro disparate. Veamos algunos de ellos.En uno de los capítulos, el filósofo Mosterín se dedica a hablar de la clonación, de la cual es un ferviente entusiasta. Lo primero que hace es saludar efusivamente a la oveja Dolly, muy famosa cuando se publicó este libro, allá por el año 2001. Mosterín se congratula de la buena salud de que gozaba la ovejita en ese momento, demostrando el mismo don de profecía que zapatero con el proceso de paz.



Al poco tiempo, la ovejita Dolly empezó a envejecer prematuramente de forma inexplicable, sufrió artritis, y falleció por una infección pulmonar. Adios mitos.



Cita Mosterín algunas objeciones que se pueden hacer a la clonación humana, que en defintiva es lo que se buscaba al clonar mamíferos. De forma incomprensible, no cita la que es la principal objeción moral que se hace a la clonación: la investigación con embriones humanos es despojarles de sus derechos de personas y tratarlos como desecho de laboratorio.Es destruir vidas humanas . De esta objeción, no dice nada. Le debe parecer baladí, a pesar de ser un debate social de primer orden.



Sí cita en cambio tres objeciones a la clonación humana, digamos, de otra índole. La primera objeción es que podría darse un cambio en la conducta sexual de las personas, y se pasase de la reproducción sexual humana a una reproducción exclusivamente por clonación. No se rían que lo dice en serio. Reconozco que jamás había oído semejante objeción, pero me deja perplejo. Puedo entender, y me parece respetabílisimo que una persona se haga célibe por el Reino de Dios, y para eso les da su Gracia.Pero lo de hacerse célibe por el reino de la clonación me parece un debate que sólo existe en la mente de nuestro filósofo.



La segunda objeción compite con la anterior en "originalidad". Hay que aclarar que para Mosterín, más que de objeciones, estamos hablando de espantajos alarmistas.El segundo espantajo alarmista pues es el siguiente, textualmente cito: "la posibilidad de que en el futuro a alguien se le ocurra hacerse un clon de sí mismo como esclavo o cantera de órganos sin rechazo". Es decir, que usted se clone a sí mismo para convertirse a sí mismo en esclavo de usted mismo.O guardar a su otro yo en la nevera, junto los tomates, la nocilla y el chorizo pamplona para ir cogiendole el órgano que necesite. No me digan que no tiene enjundia. Pero tranquilos, esto no pasará. Según Mosterín, las leyes protegerán a su clon. Vuelvo a citar textualmente: "Se olvida que el ser humano obtenido por clonación tendría los mismos derechos legales que asisten a cualquier ciudadano.Si alguien (aunque fuese su "padre"), le arrancase los órganos contra su voluntad, acabaría enseguida en la cárcel. Ya saben, el caso de Jesús Mosterín contra Jesús Mosterín Clon.



Vamos con el tercer espantajo alarmista. Mejor volver a citar con Mosterín con sus propias palabras: "Otro presunto peligro consistiría en que un dictador loco a lo Hitler se dedicase a clonarse a sí mismo. Se olvida que un dictador quiere acaparar él mismo todo el poder, y no está claro su interés en crear su propia concurrencia. En cualquier caso, un dictador loco siempre es peligroso (inciso mío, gracias por la aclaración), con clonación o sin ella (inciso mío otra vez, ¿pero no hemos quedado que un dictador no se iba a clonar a sí mismo?. ). El Hitler histórico (inciso, ¿hay otro que no sea histórico, gaseoso por ejemplo?), no necesitó de tecnología más avanzada que la de los hornos de gas (Inciso..una cosa son las cámaras de gas, y otra los hornos crematorios) para producir el holocausto de los judíos. El peligroso era Hitler, no el gas (Bien, ya iba a denunciar a Gas Natural).



Si a estas alturas no están deslumbrados por semejantes argumentos, les amenazo con volver a una segunda parte lo antes posible.
Tan aplastante lógica se merece el siguiente epigrama que le dedicó Bretón a un médico llamado Mata: Vive en esta vecindad/cierto médico poeta /que al pie de cada receta /pone Mata, y es verdad.

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