martes, enero 09, 2007

De una cárcel mejicana a portada de Interviú

Curioso periplo vital el de la joven gallega, peluquera por más señas, que hace poco fue retenida en el aeropuerto de Cancún por el supuesto delito de portar en su equipaje munición de guerra. Tras unos días de calvario (uno no quisiera estar ni media hora en una cárcel mejicana, en manos de los reyes de la "mordida"), finalmente un juez la liberó y la muchacha pudo concluir felizmente su luna de miel regresando a su Galicia natal.

Ahora, sorprendentemente, aparece como Dios la trajo al mundo (pero crecidita) en la portada de Interviú. Es difícil saber qué pasa por la mente de una persona anónima, sin más medios de vida que su oficio de peluquera, tan digno por otra parte, cuando aparece un señor que te ofrece unas cuantas decenas de miles de euros, unos milloncejos de pesetas, para que exhibas generosamente tu anatomía. Los ingresos de un pequeño salón de peluquería en todo un año, a cambio de un desnudo. ¿Méritos de la señorita? Aparte de los evidentes, fruto seguramente de su juventud, pero también del photoshop y de adecuadas sesiones de maquillaje, su única peculiaridad parece residir en haber padecido algún tipo de abuso policial. ¿Relación entre ambos hechos? Pues no se me alcanza, la verdad. Probablemente la señorita se ha dejado aconsejar; de hecho hoy he oído algo acerca de "su representante". A lo mejor lo que le ofrecían por una entrevista sobre su odisea no era lo suficientemente tentador, y ha habido que añadir algo, poner toda la carne en el asador, vamos, ya me entienden. Por cierto, qué curiosa la rapidez con que la gente se agencia un agente, si me permiten la redundancia y hasta la cacofonía.

Pero bien, como decía puedo entender que una entrada de dinero inesperada resulte muy tentadora, y que incluso ahora se le abran las puertas a alguna aparición televisiva, lo cual traducido en euros no es desdeñable. Uno, que tiene cierta relación extravagante con el mundo de la peluquería, sabe cuántas cabezas hay que peinar para conseguir, por ejemplo, 20.000 euros. Muchas, créanme. Muchas horas. Así que puedo comprenderlo, partiendo de la base, respetable por supuesto, de que además la persona en cuestión no sea lo que se dice una monjita de clausura. Lo que me resulta difícil de entender es la estructura mental de ciertos editores. Por más que lo intento no consigo imaginar la propuesta: "oye, ¿y si desnudamos en portada a la peluquera gallega que fue detenida en Cancún?". ¿Venderá más ejemplares la revista? ¿Tendrá más clientes la peluquería? ¿Resistirá el matrimonio recién estrenado el embate de la fama? Ah, resulta fascinante chapotear entre las miserias humanas...



Germont

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