miércoles, octubre 04, 2006

Subsidio


Corre por un confidencial digital la noticia, o especie, o bulo, vaya usted a saber, de que Imaz y el negociador socialista Eguiguren han hecho llegar al presidente Rodríguez la necesidad de solventar perentoriamente un asunto que amenaza la buena marcha (digámoslo así) del proceso. Me disculparán la familiaridad, pero es que hoy todo el mundo sabe que proceso, como madre, no hay más que uno. Proceso, lo que se dice proceso, el proceso por excelencia, es el de la negociación con ETA.

Bien, pues ese problema de urgente resolución es, si atendemos a esa noticia que por ahí circula, ni más ni menos que el sostenimiento económico de la banda terrorista. ETA necesita 20 millones de euros, parece ser. Eso son unos 3.320.000.000 de pesetas. No se especifica, pero al parecer ese es el dinerillo con el que ETA taparía algunos agujeros (no de bala, no piensen mal, sino financieros). Y es que claro, ETA es por encima de todo una organización. Qué digo: la organización, igual que el otro era el proceso. Y una organización, aunque sea de asesinos, tiene sus gastos estructurales. Resulta que la división de secuestros no está operativa en virtud de la tregua, y que el departamento de cobro de morosos está bajo mínimos porque no ha logrado adaptar aún a su personal a los nuevos métodos que, en lugar de persuadir mediante la clara amenaza de tiro en la nuca, requieren unas dotes de convicción basadas en la apelación a la causa patriótica. No me negarán que no es lo mismo, y es razonable que los cobradores reciclados no obtengan en una primera fase los resultados esperados.

El argumento es claro: si estos chicos están en tregua significa que no pueden ejercer la que es su principal ocupación y su modus vivendi. Cualquier trabajador que se ve privado de su salario tiene derecho a una prestación estatal, ya sea por desempleo, por invalidez o por jubilación. Si no queremos cargarnos el proceso, habrá que ayudarles a llegar a final de mes, que también deben tener sus hipotecas esas criaturitas de Dios.

Nuestro presidente no puede ignorar tan sensata y razonada petición. Ha de habilitarse urgentemente una partida presupuestaria que cubra esta minucia. Y si ello no es posible, organizar un sorteo extraordinario de la lotería nacional (que en este caso se denominaría estatal, para no ofender innecesariamente) en beneficio del proceso. O tal vez incluir una casilla en la declaración de la renta para que, junto a la aportación a la iglesia o a otros fines de interés social, pudiesen los contribuyentes donar parte de sus impuestos para la renovación de chapelas y pasamontañas.

Realmente no sé cómo no se había pensado antes en esta manera de acabar con ETA. Rodríguez es un líder verdaderamente revolucionario: ¡si bastaba con concederles buena parte de lo que pedían y, además, pagarles! ¿Cómo no se le ocurrió a Aznar antes? ¿No se le podría procesar por ello, no es acaso culpable de los asesinatos de ETA por no haberlos evitado mediante tan sencillo procedimiento?

Lo preocupante de esto, bromas aparte, es que tiene todos los visos de ser realidad. Y lo peor es que algo tan descabellado, en el caso de nuestro presidente tiene muchas, pero muchas posibilidades de concretarse en una realidad.


Germont

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