lunes, abril 03, 2006

¿Remover brasas?

Al padre de mi suegra lo mataron en la guerra, con 25 años, dejando viuda de 23, y dos hijas de 2 y 3 años. Y que, en la familia, aquel hecho luctuoso se recordaba como un sueño, como algo que, sin querer olvidar, tampoco se quería recordar…. Es difícil de describir aquel sentimiento: imperaba la ausencia de rencor, sobre el malestar o el resentimiento por el asesinato.

Pero algo está ocurriendo ahora en España para que, mi mujer, que jamás quiso saber detalles de lo ocurrido a su abuelo, se haya atrevido a preguntar. Y para que su tía abuela, hermana de la viuda, con 86 años, haya decidido abrir la boca por primera vez en toda su vida, y contar lo ocurrido. Jamás contó lo que sabía a nadie. Y se ha decidido a hacerlo, en un clima de serenidad.

¿Por qué se remueven estas brasas? Por la obcecación de Rodríguez en desenterrar la guerra civil de manera sectaria. Mi mujer misma se extraña del interés que le ha surgido, de pronto, por saber a cerca de su abuelo. Y la historia jamás contada, es digna de conocerse:

Valeriano, con 25 años, estaba casado con Josefa de 23, con dos hijitas. Trabajaba regulando un sifón muy importante del Canal de Aragón y Cataluña, inaugurado por Alfonso XIII, una obra puntera de ingeniería hidráulica. Un día tardaba en llegar a cenar, cosa que nunca ocurría. En la mesa, todos se pusieron nerviosos: Josefa y los padres de Valeriano….

Al tío de Valeriano, hermano de su padre, lo habían fusilado dos meses antes, por ser de derechas. Por eso el padre estaba especialmente nervioso con aquella tardanza… Se temía lo peor.

La hermana de Josefa, María de 16 años, decide ir a la sede del Comité Revolucionario a preguntar por Valeriano, y la respuesta que recibe es una carcajada colectiva de los presentes. Risas agresivas…. Como es tarde la invitan a irse, pues ellos van a cerrar la sede. María exige una respuesta y persigue al grupo de revolucionarios, que se dirige a las tapias del cementerio. Un revolucionario rezagado le espeta a la joven: “¿Valeriano? ¡¡ Ese nunca molestará más !!” Entonces uno del pueblo, que sabe lo ocurrido, le cuenta los hechos… lo han matado junto al sifón y su cuerpo está en el canal.

María acude a casa de su hermana a comunicar la tragedia. Ya habían comenzado a cenar. El padre de Valeriano, al enterarse, se atraganta con un trozo de costilla y se traga el hueso… A los dos meses muere de una perforación de estómago. Josefa enloquece: durante más de un año anduvo loca, sin saber situarse de nuevo ni aceptar el caprichoso asesinato de su marido. Luego recuperó la razón (No os preocupéis por Josefa, yo la conocí septuagenaria, y era un encanto de mujer: animosa, sonriente, diciendo siempre las verdades del barquero, su razón de ser era el sacrificio en la cocina, en la plancha y en el costurero. De misa diaria vivió muy feliz, y murió serenamente en paz perdonando a quienes mataron a su marido)

En cuatro meses aquella familia quedó sin brazos masculinos: los de Valeriano, su padre y su tío. Las mujeres debieron acudir al campo a hacer las faenas agrícolas para ganarse la vida. María (una chica muy alta y delgada, la típica figura del Hollywood de los cuarenta) trabajó lavando ropa y ayudando en casas del pueblo… Las hijas pequeñas de Josefa quedaban solas en casa, y un día, Josefina, la menor, cayó en las brasas de una hoguera hecha en la calle en honor a san Fabián. Algunas mujeres corrieron a rescatarla, pero varias voces las increparon. “!!No las saques que es hija de fascista ¡¡” Aquellas palabras dichas en medio del horror de la pequeña, nunca las olvidó Josefina (Tampoco os preocupéis por Fina: se educó en el perdón y el olvido, es muy creyente, y no guarda rencor por nada ni a nadie. Fue la encargada de transmitir a algunos miembros del Comité el perdón de su madre, antes de morir, hace doce años. Josefina de joven era especialmente atractiva, siempre fue la réplica clonada de Rocío Dúrcal. Ahora empieza a tener achaques…)

En el pueblo aquel terror, duró tres años. Al llegar los nacionales se abrió la iglesia por primera vez, y se hizo una misa. Muchos acudieron con camisa azul. Entre ellos uno del Comité que tanto rió a María cuando preguntó por Valeriano. Al acabar la misa, María, con 19 años, le espeta: “¿Cómo te atreves a venir con camisa azul?” Pero las amigas se asustan y le reprenden: las amigas todavía están afectadas por el terror implantado en aquellos tres años de locura revolucionaria…. Un terror que hizo enmudecer para siempre el testimonio de mucha gente

Y lo que nunca contó María, lo hizo ayer, por primera vez en su vida, harta de las tonterías de Rodríguez. Lo hizo serenamente.

Bachiller

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