lunes, febrero 13, 2006

La dichosa ley antitabaco

La quiosquera de mi calle esta indignada, no sabe que hacer, si tirarse al tren o al conductor, no sabe si reír o llorar. ¡En fin! Está hecha un lío.

Resulta que toda la vida ha tenido sus cajetillas de tabaco debajo del mostrador en una zona habilitada especialmente para ello que le hizo "su Juan" y de la que se sentía muy orgullosa ¡Mira que apañaó "su Juan"! Y a primeros de año con la dichosa ley le prohibieron vender tabaco y empezó a buscarle una utilidad al hueco que quedó vacío y "su Juan" le modifico los estantes para guardar los DVD que ya no sabía dónde ponerlos. Hecho esto había conseguido dejar un espacio importante a la derecha junto a las chuches y decidió comprar un sillón de director, algo más cómodo que el taburete de toda la vida, para poder descansar de vez en cuando. Hasta una televisión de pantalla plana de 14” le regalaron sus hijos para que pudiera ver el “Tomate” y la telenovela y ahora que ya tenia el chalecito montado van y le dicen que puede volver a vender tabaco y de ahí su indignación. Lo puede vender, pero ha de tener una maquina expendedora ¿dentro? No lo entiende ¿para qué quiere la máquina dentro? Si los clientes le han de dar el dinero y ella ha de sacar la cajetilla y entregársela ¿por qué no lo puede hacer manualmente como siempre?

¡Ay Pepita que tonta eres! Seguro que alguien se llena el bolsillo con esto.


Gata Parda

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