martes, noviembre 29, 2005

Deconstruyendo el estatuto – 31

Volvemos sobre las competencias. Y empecemos por lo pintoresco y casi entrañable en esta Cataluña empeñada en convertirse en sucursal avanzada del mundo feliz.

Veamos el detalle de alguna competencia exclusiva en “las semillas y los planteles y sus registros”. “La regulación de la denominación, de las finalidades, de los requisitos de constitución, modificación, extinción y liquidación, del contenido mínimo de los estatutos, de los órganos de gobierno, de los derechos y deberes de los asociados, de las obligaciones de las asociaciones y de las asociaciones de carácter especial”. La regulación del buceo profesional. La formación y educación en el consumo. La definición de consumidor o consumidora. Determinación de los requisitos y condiciones de ejercicio de las profesiones tituladas (o sea, que si les da por imponer como requisito para ser médico o abogado que se ejerza en catalán, pueden). Regulación del secreto profesional. “Corresponde a la Generalitat (éste me encanta) la competencia exclusiva en materia de tiempo libre”. Y digo yo... ¿tendremos derecho a aburrirnos? Supongo que sí, siempre y cuando sea en catalán. “Competencia exclusiva en materia de juventud, que comprende todas las políticas que afectan a la vida de los jóvenes”, nada menos. Todas... Regulación de los recursos naturales, la flora y la fauna. Prevención en producción de envases y su reciclado. ¡Regulación del ambiente atmosférico!, no es coña. Nombramiento de notarios y registradores (que por supuesto deberán acreditar el suficiente conocimiento de la lengua propia).

Va en serio, todo es textual. El tiempo libre, el ambiente atmosférico, la juventud, las semillas, el buceo,...

Pero lo importante, claro está, es que estas competencias exclusivas, unidas a las compartidas y a las ejecutivas, y aderezado con la actividad de fomento, conforman un panorama en el que todo, absolutamente todo, excepto la defensa nacional, está decidido, intervenido, autorizado, definido, regulado o reglamentado por la Generalitat. ¿No es éste un proyecto rupturista, es una propuesta de diálogo, un intento de encajar Cataluña en el conjunto de España? Bueno, quien quiera creerlo así puede hacerlo, evidentemente, pero no podrá decir seriamente que ha leído el estatuto y ha llegado a esa conclusión, sino que tendrá que admitir que se trata de una profesión de fe en las palabras de Maragall, Carod, de Madre, y demás. Porque la realidad es muy tozuda.

Germont

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