A bote pronto
Rodríguez hilvanó un primer discurso bonito en la música pero al que le sobraron los veinte minutos que dedicó a explicar lo bien que va todo. Pronunció la palabra España más veces de lo que lo ha hecho en toda su vida, se sacó de la chistera la sublime chorrada de la "identidad nacional", y se olvidó completamente de las famosas "líneas rojas" que debían fijar claramente los límites de la reforma. Umbral habla de "solemne cinismo" del presidente, y Prego se pregunta si Rodríguez no supo o no quiso hacer nada mejor. Ambos tienen razón: la expresión del solemne cinismo es muy afortunada para referirse a la vana palabrería con que suele obsequiarnos el presidente, y la duda sobre sus capacidades y voluntades planea insistentemente sobre todos y cada uno de sus discursos importantes.
Rajoy estuvo brillante, claro y contundente, y su efecto debió tener para los analistas del PSOE, pues si no no se explica la inusitada violencia de la réplica de Rodríguez varias horas después. Parece claro que acusó el golpe, porque tuvo que sacar toda la artillería (11-M, Irak, catalán en la intimidad, y hasta un tal Fernández de la Mora que parece voto en contra de la Constitución), en un parlamento patético e insolitamente agresivo en él. Se metió en un berenjenal increíble cuando habló de pueblo, nación y soberanía, e hizo bien Rajoy en no dedicarle la menor atención en su dúplica.
Visto así, pareciera que Rajoy ganó el debate de ayer. E intelectualmente fue sin duda así, pero no es esa la percepción que la gente de la calle tiene, porque el debate no fue de uno contra uno, sino de catorce contra uno. El pleno duró casi doce horas, y de ellas once fueron no ya una defensa del texto estatutario, sino un bombardeo inmisericorde, un linchamiento salvaje del PP, en el que cada nuevo orador se aproximaba con la sonrisa en los labios para, a las primeras de cambio, soltar una furiosa patada. Añadamos que poca gente lo siguió en su integridad, con lo cual todo se fía a los resúmenes de prensa y televisión, que ofrecen lógicamente las frases más llamativas... en la misma proporción: catorce a uno. Así no se puede ganar un debate. Lo de ayer fue más un ajuste de cuentas que otra cosa. El enésimo ajuste de cuentas contra el PP por parte de un arco parlamentario absolutamente hostil. El renovado acoso del gobierno y todos los que a su poderosa sombra se cobijan, contra la oposición, contraviniendo la lógica de la política parlamentaria.
Desengañémonos, el pescado está vendido en el tema del estatuto. La pantomima puede durar varios meses pero esto no hay quien lo pare. Nos espera un largo invierno, en todos los sentidos.
Rajoy estuvo brillante, claro y contundente, y su efecto debió tener para los analistas del PSOE, pues si no no se explica la inusitada violencia de la réplica de Rodríguez varias horas después. Parece claro que acusó el golpe, porque tuvo que sacar toda la artillería (11-M, Irak, catalán en la intimidad, y hasta un tal Fernández de la Mora que parece voto en contra de la Constitución), en un parlamento patético e insolitamente agresivo en él. Se metió en un berenjenal increíble cuando habló de pueblo, nación y soberanía, e hizo bien Rajoy en no dedicarle la menor atención en su dúplica.
Visto así, pareciera que Rajoy ganó el debate de ayer. E intelectualmente fue sin duda así, pero no es esa la percepción que la gente de la calle tiene, porque el debate no fue de uno contra uno, sino de catorce contra uno. El pleno duró casi doce horas, y de ellas once fueron no ya una defensa del texto estatutario, sino un bombardeo inmisericorde, un linchamiento salvaje del PP, en el que cada nuevo orador se aproximaba con la sonrisa en los labios para, a las primeras de cambio, soltar una furiosa patada. Añadamos que poca gente lo siguió en su integridad, con lo cual todo se fía a los resúmenes de prensa y televisión, que ofrecen lógicamente las frases más llamativas... en la misma proporción: catorce a uno. Así no se puede ganar un debate. Lo de ayer fue más un ajuste de cuentas que otra cosa. El enésimo ajuste de cuentas contra el PP por parte de un arco parlamentario absolutamente hostil. El renovado acoso del gobierno y todos los que a su poderosa sombra se cobijan, contra la oposición, contraviniendo la lógica de la política parlamentaria.
Desengañémonos, el pescado está vendido en el tema del estatuto. La pantomima puede durar varios meses pero esto no hay quien lo pare. Nos espera un largo invierno, en todos los sentidos.
Germont
5 comentarios:
Pues si el invierno que nos espera es muy largo, debemos actuar y buscar entre todos la mejor forma de superarlo.
No permitamos que el frío agarrote nuestros dedos, nuestros brazos, nuestras piernas y comencemos a movernos.
Pero principalmente esforcémonos para que nuestras neuronas trabajen sin descanso en la búsqueda de un buen ideario que de una vez por todas convenza a los escèpticos que ser de derechas, o del PP, o querer y creer en la unidad de España, no significa ser retrógrado o decimonónico.
Nuestra responsabilidad mayor ha de ser despertar a la sociedad.
Diría al cubano que se ha equivocado de blog; y a los rectores de ésta que eliminen el mensaje (que no deja de ser uno masivo).
Al usuario anónimo:
Será anónimo pero está en sus cabales. ¡Muy bueno lo suyo!.
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